Coordinador de ‘Descifrando la guerra’.

@delamopablo

“Explicar el conflicto de Ucrania en pocos minutos es muy difícil, la clave es intentar que interese”

Por Claudia Ortega@claudia_chvl

La invasión de Ucrania, la crisis energética, la pérdida de poder de Estados Unidos en favor de China, los conflictos en Oriente Medio… ¿es un momento apasionante para un experto en política internacional?

Apasionante ha sido siempre. Ahora ha subido el interés por la guerra de Ucrania y es normal. Es un conflicto de altas dimensiones, con una gran potencia como Rusia atacando a Ucrania. A mí la pasión me llegó en los últimos años de carrera, comencé a investigar por mi cuenta y en 2017 entré en Descifrando la Guerra. Además de los conflictos armados, empezamos a explicar lo que llamamos ‘la política por otros medios’: los disturbios, las relaciones de unos estados con otros, el contexto regional… Queríamos cubrir un hueco porque veíamos que la actualidad internacional no estaba tan presente en los medios de comunicación como pensábamos que debía estar. España está muy por debajo de países como Francia o Reino Unido, donde tienen mucha más sensibilidad por la geopolítica.

Ahora estamos en un punto más efervescente también por la importancia que le dan los gobiernos y los periodistas. Tuvimos un boom el año pasado con Afganistán, pero el salto se ha notado con la guerra de Ucrania.

La ciudadanía necesita respuestas en un mundo cada vez más complejo. ¿Las tiene la geopolítica para el momento que vivimos actualmente?

Hay gente para la que sí y otra para la que no porque hay gente que decide separarse de la actualidad y no enterarse de nada. La geopolítica puede responder preguntas, pero depende del interés de cada uno.

España está muy por debajo de países como Francia o Reino Unido, donde tienen mucha más sensibilidad por la geopolítica

Tras la irrupción de Podemos en 2011 y el movimiento del 15-M vivimos un auténtico boom en España de politólogos y profesionales de la comunicación política en los medios de comunicación. Ahora vemos las tertulias llenas de expertos en geopolítica y conflictos internacionales, como usted. ¿Han venido a darles el relevo?

No creo que vengamos a darle el relevo a nadie. Nosotros nos dedicamos más al análisis estratégico, a cómo influyen unos actores con otros, etc. Los politólogos tienen otro rol y también los corresponsales, que se dedican más a hacer crónica sobre el terreno. Lo nuestro es una labor complementaria.

Ahora hay más interés y los medios quieren llevar a gente experta en temas internacionales. Es cierto que somos un perfil más cotizado en el mercado español. Todavía no hay muchas oportunidades de trabajo, pero nos estamos haciendo hueco en empresas y administraciones.

Hasta hace poco había que explicar a la sociedad qué hacía un consultor o profesional de la comunicación política. ¿Les ha pasado lo mismo? ¿Perciben más sensibilidad e interés social hacia su profesión?

Sí, creo que la gente cada vez está más enterada e interesada. Antes de la invasión de Ucrania, pocas veces me preguntaban por un conflicto y, cuando estalló la guerra, todos mis familiares o conocidos me hablaban por WhatsApp para que les explicara qué estaba pasando en Ucrania. Es triste decirlo, pero gracias a la guerra me he hecho más conocido.

La gente empieza a entender qué es la geopolítica y te coge como referencia, aunque la geopolítica es un concepto abstracto, puede ser lo que tú quieras que sea. Para mí, engloba muchas cosas: la política, la geografía, las etnias, los conflictos, cómo unos estados influencian a otros, las relaciones internacionales, etc.

La labor del analista es complementaria a la de politólogos y corresponsales

El mundo necesita entender el contexto internacional y, mientras, los medios prescinden cada vez más de la figura del corresponsal. Ahora se cuenta la guerra desde una habitación de casa…

Lo que ocurre con los corresponsales es que los periódicos no quieren gastar dinero para enviar a alguien en condiciones óptimas a hacer su trabajo. Gracias a las redes sociales y a la globalización, tú puedes acceder y ver vídeos de la guerra de Ucrania ahora mismo. Hay que tener cuidado con la propaganda, que también juega, pero la comunidad de gente que desde su casa puede analizar un conflicto está creciendo. Esa misma comunidad es la que decía hace meses que había serias posibilidades de una invasión, mientras otros profesionales sobre el terreno no lo vieron venir.

Por tanto, se puede complementar la labor del corresponsal con la del analista. El primero cuenta historias más humanas. Yo personalmente no tengo capacidad para hacerlo y trato de analizar el conflicto desde un punto de vista más objetivo. El lado humano es imprescindible porque en las guerras muere gente. Parece obvio, pero no hay que olvidarlo.

¿Cómo se explica un contexto tan complejo a una sociedad cada vez más acostumbrada a quedarse en el titular?

Intentamos manejar varios formatos porque hay mucha gente que no está dispuesta a leer un artículo entero. Twitter permite ir al titular, los directos de Twitch son más dinámicos, también hacemos streamings… pero no voy a negar que es complicado. Cuando voy a un medio de comunicación y me piden que explique el conflicto de Ucrania en pocos minutos, es muy difícil. La clave es intentar que el asunto interese y que, gracias a ese interés, la gente pueda investigar por ella misma. Es importante no mentir, no dar datos falsos y suscitar interés.

Lo que pasa en Ucrania tiene consecuencias en otras partes del globo y echo en falta hablar de cómo la crisis energética afecta a las economías en desarrollo

La coyuntura internacional nos obliga ahora a mirar más al exterior, pero el conflicto internacional ha existido siempre. ¿Nos toca de cerca geográficamente o simplemente nos toca el bolsillo?

Ambas cuestiones. La de Ucrania es una guerra de alta intensidad -causa una destructividad muy alta y mueren miles de personas- que no habíamos visto en Europa en muchísimo tiempo, ni en la guerra de Yugoslavia. Además, sus consecuencias, como la inflación o la crisis energética, nos tocan el bolsillo. Esta es una guerra de la que formamos parte. Europa y Occidente son una parte beligerante del conflicto, no directamente, pero sí indirectamente, con las sanciones a Rusia, que son muy fuertes, o el envío de armamento a Ucrania.

Este mes dos países europeos (Italia y Suecia) celebran elecciones en las que la ultraderecha lidera las encuestas y el euroescepticismo se extiende con fuerza. Mientras, América Latina parece girar a la izquierda tras la victoria de Gabriel Boric en Chile o Gustavo Petro en Colombia. ¿A qué se debe? ¿Estamos ante un cambio de ciclo?

Hay un cambio de ciclo en América Latina. De los gobiernos de la primera ola del socialismo del siglo XXI se pasó a movimientos de derecha como el de Bolsonaro en Brasil o el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales en Bolivia. Estos gobiernos no han sabido satisfacer las necesidades de una sociedad tremendamente desigual y las políticas neoliberales que implican menos Estado no son lo que pedía la ciudadanía. Es un cambio de ciclo propio de las demandas de la sociedad, que ahora reclama más ayuda.

En Europa es diferente. En Italia, el voto a Giorgia Meloni se explica más por el hartazgo político y la desconfianza en las instituciones, que no han hecho bien su papel. Los gobiernos italianos no duran más de un año o dos y la gente está cansada de una clase política que va haciendo y deshaciendo alianzas conforme le conviene. El movimiento Cinco Estrellas también va a bajar y fíjate cómo ha acabado Mario Draghi. Creo que es más por demérito de los demás partidos que por mérito propio.

Ahora que solo nos fijamos en Ucrania, ¿qué nos estamos perdiendo en el resto del mundo?

Muchísimas cosas. Ha vuelto a estallar la guerra civil de Etiopia, una guerra muy mortífera que llevaba cinco meses parada. También está la cuestión del Pacífico, Taiwán, el Sagel -de donde Francia se ha tenido que retirar- o las elecciones de América Latina.

La actualidad internacional abruma un poco y es normal que Ucrania cope las portadas, pero hay que tener en cuenta que lo que pasa en Ucrania tiene consecuencias en otras partes del globo y echo en falta hablar de cómo la crisis energética afecta a las economías en desarrollo, que van a sufrir mucho. Egipto depende de las importaciones de trigo y Sri Lanka entró en bancarrota por los costes de la energía y la inflación. Echaron al presidente y tomaron el parlamento. Hay que tenerlo en cuenta.

Y, ¿dónde tenemos que mirar en los próximos meses? ¿qué tendencias geopolíticas vienen?

La crisis energética en Europa, claramente. Va a ser un otoño-invierno muy duro y yo pondría el foco especialmente en Francia y no tanto en Alemania. Veremos cómo se las gastan en la calle en Francia con un Emmanuel Macron debilitado en la Asamblea.

También me fijaría en las economías periféricas. Cuidado con Pakistán, que está en bancarrota, y con Egipto, que necesita el trigo que importa y el precio está por las nubes. Hay que ver cómo se ven afectadas estas economías por la crisis.

Y, por último, en el Sagel, Mali y Burkina Faso. A ver qué ocurre con la retirada de Francia de la zona.

¡Muchas gracias, Pablo!

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