Consultor político.

«El 2016 será recordado en el futuro por el gran valor de las encuestas y no por el buen uso del instrumento»

Por Paola Cannata, @PaolaCannata Politóloga. Gabriela Ortega, @gabrielaortegaj Consultora política, subdirectora de La revista de ACOP.

Ralph Murphine es consultor en comunicación política y comunicación de gobierno. Es conocido en el sector por ser miembro del que se considera el primer grupo de consultores modernos que se formo en los años sesenta. Entre sus numerosos proyectos, se encuentra su trabajo en el exitoso referéndum para el tratado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de 1991 que significó el uso, por primera vez, de consultores políticos profesionales norteamericanos en la Unión Soviética.

A finales del mes de marzo de este año cumplió 50 años de carrera profesional, habiendo trabajado para más de 500 candidatos a cargos de elección, organizaciones interesadas en asuntos públicos, asociaciones de comerciantes, partidos políticos, comités de acción política, corporaciones, y sindicatos o gremios de trabajadores, entre otros. Es uno de los consultores políticos líderes en América Latina en donde ha trabajado para 11 presidentes en ejercicio y casi dos decenas de campañas presidenciales.

México, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Paraguay, Bolivia, Argentina, Brasil y los Estados Unidos son algunos de los países donde ha trabajado, asesorando a gobiernos y a candidatos a distintas dignidades, así como en campañas de iniciativas, consultas, referendos y enmiendas constitucionales, desde 1967.
Ha presidido la Asociación de Consultores Políticos de América (AAPC) –y actualmente es miembro de su Junta Directiva -, es fundador y expresidente del Centro Interamericano de Gerencia Política y ex vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos (ALACOP).

Además, es uno de los cinco miembros fundadores del Salón de la Fama, de la revista “Campaigns & Elections,” y fue ganador del primer Victory Award de lo que ahora es MPR Grupo.

Es acreedor de numerosos premios de las distintas asociaciones e instituciones que reconocen el largo recorrido y éxito de sus trabajos. Por ejemplo, fue nombrado en 1997 Consultor Internacional del Año por la Asociación Americana de Consultores Políticos y en el 2000 ALACOP le otorgó un premio especial en reconocimiento a sus excelentes contribuciones a la práctica de la consultoría política.

Es considerado un pionero en el campo de la consultoría política, dada pues, su larga trayectoria y la amplia perspectiva que esto le otorga, ¿Existen patrones de actuación o guías fijas en esta profesión que aseguren el éxito?

No existen patrones para asegurar el éxito, por supuesto que no. Es una artesanía o una profesión que ha existido, con distintos definiciones, desde antes de Platón y La Republica. Las guías de actuación tienen raíces en la historia de la política del mundo, pero hay actualizaciones día a día dado que las relaciones del poder político entre los seres humanos cambian constantemente. Como en muchas actividades, el éxito depende del aprendizaje, el pensamiento, y la ejecución del trabajo.

¿Cuáles diría que son los cambios más significativos en la consultoría política desde sus inicios hasta hoy?

Inicié mi vida en 1940, en los días de la radio, antes de la televisión. Inicié mi carrera de trabajo como un productor de televisión en los sesenta y como consultor político en 1967. Algunas cosas en la consultoría política han cambiado radicalmente en estos años y otras cosas son precisamente las mismas de siempre.

Creo que el cambio más significativo en la consultoría política se identifica fácilmente, y éste es la evolución de las bases de la comunicación entre las personas: por un lado la concentración del énfasis en los “medios masivos” unidireccionales (televisión, radio, prensa, vallas, etc.), que eran tan prominentes en el siglo XX; y por otro, el aumento del énfasis en el “medio masivo” multidireccional (internet, blogs, correo electrónico, WhatsApp, Twitter, Snapchat, etc.) que son cada vez más usadas en el siglo XXI.

Estos cambios son mucho más que un ajuste en la tecnología. El esquema y el contenido del pensamiento de los ciudadanos es un elemento fundamental en la construcción del éxito en la comunicación política. Internet ha cambiado no tanto el contenido, pero ha alterado fundamentalmente la forma, la arquitectura, del pensamiento de los ciudadanos. En términos políticos, el cambio en la dirección de la comunicación va de vertical a horizontal.

Es usted de EE.UU., pero conoce América Latina y su casuística, ¿existen grandes diferencias en la consultoría política de ambas regiones?

Por supuesto que sí. Las raíces de los sistemas políticos de cada área geográfica están en la cultura, la historia, las tradiciones, la simbología, el lenguaje, el esquema del pensamiento de los residentes de la zona. El trabajo de un consultor político, como el trabajo de un candidato, un líder político, o un gobernante es, primero escuchar; saber qué dicen los ciudadanos y, segundo, ayudarles para que tengan oportunidades y evitar los problemas graves. Después de esto hay que tener en cuenta que cada caso es diferente.

Cuando hablamos de consultoría, se tiende a pensar en asesoramiento a candidatos y políticos, pero pocas veces se analiza el tema de consultas populares y referéndums. Usted ha sido pionero asesorando en este tema, ¿qué opinión le merece lo sucedido con el Brexit y el referéndum en Colombia sobre el acuerdo de paz?

Además de estos dos casos está el caso de Trump, y muchos otros casos más de elecciones en el mundo. Durante los últimos 50 años se han entendido muy mal los procesos que investigan las opiniones de los ciudadanos/votantes. Es un campo de estudio muy complejo que se ha reducido a una visión simple, una visión de “encuesta” de la opinión pública.

La encuesta es una herramienta de gran valor y de mucha utilidad en el proceso político; pero no es la palabra de Dios. A pesar del valor de la técnica hay limitaciones, que son mucho más grandes que los famosos “márgenes de error” y “niveles de confianza.”
Por ejemplo, sería fácil imaginar un encuestador preguntando a una persona, en la puerta de su casa, lo siguiente:

– “… Bueno, entiendo que el problema en el barrio es que hay mucha basura. Gracias. Ahora, tengo otra pregunta. Por favor, ¿usted es racista, sí o no?”

O, si se prefiere un ejemplo un poco diferente:

– “… Bueno, entiendo que el problema en el barrio es que hay mucha basura. Gracias. Ahora, por favor, tengo otra pregunta. ¿Usted está casada, (señora, señorita)?

– (Con respuesta “sí”) “… Bueno, qué bien. Y, si me permite, ¿Cuántas novias tiene su marido, por favor?”

No hay duda que se puede hacer esta pregunta en una encuesta. Tal vez, se puede buscar una respuesta en la encuesta, pero ¿cuánto valor tiene la suma de las respuestas para calcular la opinión pública? ¿Qué dicen estos dos ejemplos?

Ellos dicen que hay limitaciones en el instrumento.

Un médico puede utilizar rayos x en el diagnóstico de un paciente. Un mal médico y un paciente ignorante podrían aceptar que los rayos x pueden diagnosticar una infección de sangre. Normalmente, los rayos x no puede hacer diagnósticos de infecciones de sangre, por tanto, esto sería el ejemplo de un mal uso de una buena herramienta. En la profesión de medicina, los rayos x son muy útiles, pero limitado en valor. Como las encuestas en la vida política.

Claro, cuando hay muchos clientes políticos que no entienden estas limitaciones hay una tendencia por parte de algunos encuestadores a aumentar el valor del producto que están vendiendo. Ser considerado un gurú es muy agradable. Esto es lo que ocurrió con el brexit, en Colombia, con Trump, y es una mala práctica (o fraude) que ha ido aumentando poco a poco desde Lazarsfeld y los años 40 del siglo XX.

El año 2016 será recordado en el futuro por el gran valor de las encuestas no será recordado por el buen uso del instrumento

¿Estamos hacia el fin de la credibilidad en las encuestas?

Dudo. Hay buenos encuestadores produciendo buenas encuestas con buenos análisis que ayudan mucho en la adquisición, el mantenimiento, y el uso del poder político. La “profesión” o industria, o artesanía, de consultores políticos deben eliminar a los chamanes de este campo.

Un poco de aprendizaje en el tema de la investigación social y política podría mostrar que hay 10 o 15 herramientas para la investigación del pensamiento de los ciudadanos, además de las encuestas, que podrían ser útiles en el comportamiento electoral.

Actualmente, tanto la opinión pública, como las líneas de investigación académica están poniendo el foco de atención en dos temas centrales, uno derivado del otro. Los populismos y la posverdad, ¿cuál es su opinión sobre estos fenómenos?

Creo que ambas palabras son ejemplos de lo que pasa cuando se permite a académicos inventar intelectualismos. Ellos entienden que el poder de crear nuevas palabras es impresionante; con este poder se puede persuadir a otras personas, dándoles a entender que el creador de la palabra es inteligente. Hay un dicho en los Estados Unidos que tiene valor: “Los que pueden, hacen; los que no pueden, enseñan”.

El “populismo” es una palabra utilizada en la política, como la “ideología” o los “milenios” o el “análisis de los conglomerados” o la “posverdad” o miles más de las invenciones construidas para dar una deseada realidad a una idea que podría tener valor, o que podría ser basura. Vale estudiar todas estas facetas multidimensionales de un tema tan complejo como la política.

En la otra mano, no vale mucho, en mi opinión, dejarse llevar por las palabras o las ideas “de moda” sin evidencia específica que el uso repetitivo de la idea, en las distintas situaciones políticas, en el tiempo, produce más la obtención y/o del mantenimiento, y/o del uso del poder político.

En mi experiencia, los “fenómenos” van y vienen. No estoy pagado por clientes para explicar que su perdida en una elección venía porque el posmoderno storytelling no era suficiente para hacer suficiente branding de los populistas en el electorado.

El problema no está en las palabras ni en las ideas que las palabras representan, el problema está en la imposición de estas ideas o palabras, estas predefiniciones, en algunos casos estos clichés, en las situaciones políticas, o con los electores, donde no son aplicables.

Un ejemplo, en algunos países hay un debate sobre “cambio” o “continuidad”. Interesante. En el caso de algunos votantes, esta dicotomía probablemente es una porción de su proceso para tomar sus decisiones electorales. Sin embargo, pensar que todos de los votantes de un país van a construir su voto alrededor de esta bipolaridad es absurdo. Frecuentemente, la investigación dice que los electores quieren cambiar algunas cosas y continuar otras ¡Qué sorpresa!
¿La estrategia, entonces, no debería constar en descubrir cuáles son esas cosas que quiere cambiar y cuáles las que quieren que sigan como están? De ninguna manera.

Mover el nivel de abstracción en el pensamiento más bajo de cambio-continuidad es un error. Se necesita mover el nivel de abstracción en el pensamiento más alto: ¿cuál es la dimensión, en el pensamiento de los votantes, decisiva en sus propias mentes? La solución es interna dentro de la mente del votante, no externa, dentro de la ideología, filosofía, teoría, idea, eslogan, símbolo, u otra marca de alguien que quiere persuadir a ellos.

La imposición de un modelo de decisión de los votantes que podría ser aplicable en otro país, o en otro año, a pesar del enfoque académico popular en el momento, podría perder votos, no ganarlos. Este es el caso con de las dicotomías bipolares, como izquierda-derecha, hombres-mujeres, ricos-pobres, y más. El punto no es que la dicotomía bipolar de cambio-continuidad no existe, es que este factor, sin evidencia, no es el criterio con más peso en las decisiones de los votantes.

Esto es la imposición arbitraria de intelectualismos para producir la impresión del descubrimiento de una nueva visión del universo podría tener. En mí caso, tengo más confianza en su valor después de la puesta en práctica, en la calle, de estos “fenómenos” para ganar elecciones, para fortalecer gobiernos, para convencer votantes en el mundo real.

Ante estos fenómenos, ¿qué papel juega la consultoría política?

Antes, durante, o después, de estos “fenómenos” que alguien ha determinado que existe y que alguien ha determinado que son de valor, el rol de un consultor político es sencillo: ayudar a sus clientes para ganar, para mantener, y para utilizar el poder político.

Si el papel de la posverdad en el proceso es importante, sería una estupidez ignorarlo. Si el “mito” es el corazón de la victoria, ¿cómo que no podemos construir un mito? Si la magia de hoy es leer los mensajes de Facebook, (¡son georreferenciados!), donde está nuestro experto en la técnica informática (él parece un poco como el Mago de Oz). Más modernización mejor.

Sin embargo, para asumir la existencia y la importancia de estos “fenómenos”, sin pruebas específicas (más allá de la sencilla declaración del vendedor de los “fenómenos”) de su capacidad para ganar, mantener y utilizar el poder político, estamos en una interesante, y muy rentable, nube.

No creo que se pueda alcanzar el nivel de la estricta prueba científica. Aun así, un consultor político puede presentar una lista especifica de los candidatos, partidos, organizaciones, lideres, gobernantes, gobiernos y/u otros clientes u usuarios que han sido exitosos en la aplicación del “fenómeno”.

Ecuador acaba de celebrar elecciones, en lo que se refiere a la consultoría política, ¿Qué novedades aportó la campaña?

Ecuador ha avanzado mucho en los últimos 25 años. En la investigación hay movimientos que van en la dirección de mapas mentales, de análisis de percepción, de análisis de conglomerados, de análisis de redes sociales, de sistemas de información geográfica… todas herramientas utilizadas en esta campaña. En la comunicación, han introducido el uso más amplio y más profesional de los sistemas de contacto por teléfono (escuchando, no predicando) y puerta-a-puerta (conversando, no utilizando una triunfalista barrida). Igualmente, el uso más frecuente y más creativo de internet ha mejorado mucho el nivel de la comunicación política en el país.

Se ha avanzado mucho en la profesionalización de la consultoría política, hace diez años era impensable que alguien pudiera cursar en forma de grado o posgrado materias relacionadas con este ámbito, ¿considera que hemos llegado a un sobredimensionamiento de cursos, programas, posgrados, etc.?

Al revés. Hay 280.000 políticos en América Latina, 350.000 más en España, y 400.000 hispanoparlantes en los Estados Unidos. Hay miles de estudiantes que han estudiado clases y cursos sobre el tema, y algunos tienen diplomados, maestrías, certificados, y otros documentos. Por lo tanto, en términos de personas académicamente familiarizada con el campo, la situación está mucho mejor que antes.

Desafortunadamente, los estudios académicos del nivel kinder, primaria, secundaria, colegio, universitaria, posgraduado y más, no son necesariamente suficientes para establecer, en la práctica, un consultor político. La única calificación final está en demostrar la capacidad para ayudar a los clientes en la producción, el mantenimiento, y el uso del poder político.

Una buena formación académica es una base fundamental; pero es el trabajo exitoso con los candidatos, los partidos, los gobernantes, los gobiernos y los otros dentro del sistema político lo que forma a un consultor político. Es una lástima notar que la “profesión” nunca ha establecido estándares de práctica. Por lo tanto, cualquier taxista puede ser un consultor político (y he encontrado algunos que no son malos). En este sentido, es como el futbolista en el campo de futbol, un doctorado de Harvard o de la Sorbona probablemente no sería una garantía de participación en un partido en la Copa Mundial.

Afortunadamente para los estudiantes en el campo, es una carrera sin límite. La demanda esta infinitamente más grande que la oferta. La única barrera, por supuesto, es que para vivir, un buen consultor político tiene que ganar (mejor dicho, tiene que ayudar a los clientes a ganar).

Dentro de la consultoría política, ¿qué es lo que no se puede aprender en las aulas y qué sí?

Precisamente, es la aplicación fuera de lo que se puede aprender adentro ¿Cuál es más importante, aprendizaje o aplicación? Los dos son iguales. La práctica de la consultoría política es, y debería ser, una ronda constante de aprendizaje, donde y como se puede, y aplicación, donde y como se puede.

Y para terminar, vistas todas estas cuestiones, ¿cuáles son los retos a los que se enfrenta la consultoría política? ¿Cómo ve la consultoría política en 10 años?

Fácil. Más aprendizaje en la calle, más reflexión y pensamiento sobre las cosas aprendidas, más aplicación de las conclusiones alcanzadas y analizar la información aprendida y considerada. El reto es el mismo que en la antigua Grecia: ayudar a los individuos y grupos de personas para ganar, guardar, gestionar el poder político.

 

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