Entrevista a Jaume Duch, Director de medios de comunicación y portavoz del Parlamento Europeo

El catalán Jaume Duch Guillot ocupa desde de 2006 el cargo de Director de Medios de Comunicación y Portavoz del Parlamento Europeo, pero lleva más de 20 años vinculado a la Unión Europea siempre en puestos relacionados con la comunicación. El Molinillo de ACOP entrevista a una de las personas que más sabe de los entresijos del Parlamento Europeo y sus políticas de comunicación con muchos temas en la agenda como la cada vez mayor fuerza de los populismos antieuropeos, la falta de relato frente a la crisis o la desafección latente respecto al gran sueño europeo de anteriores generaciones.

Por Jordi Rodríguez Virgili

En las elecciones al Parlamento Europeo, a pesar de que conocemos a los candidatos que proponen los partidos a presidir la Comisión, el aumento de competencias del PE y la labor de difusión e incentivación del voto desde las instituciones, todas las encuestas apuntaban a una bajada de la participación, ¿Qué interpretación hace como portavoz del PE?

Yo siempre dije que esta vez invertiríamos la tendencia y así ha sido. Ha votado mayor porcentaje de gente que en 2009. Alemania, el país en el que el aumento ha sido más considerable, es también el país en el que ha habido más debate europeo y más enfrentamientos televisados entre candidatos a la presidencia de la Comisión. Es fácil sacar conclusiones…

En un Parlamento sin mayorías absolutas no será suficiente con ser el partido más votado, será imprescindible sumar los aliados necesarios para alcanzar 376 escaños. Puede ser decisivo el sentido del voto de los liberales (ALDE), izquier­distas (GUE/NGL) y verdes (Verdes/EFA), pero también se habla de la posibilidad de una gran coalición al estilo alemán entre el PPE y los Socialistas. ¿Qué le parece más factible? ¿En que afectaría al funcionamiento del parlamento una opción u otra?

En el Parlamento Europeo nunca un solo grupo parlamentario ha dispuesto de ma­yoría absoluta, por lo que los pactos forman parte del ADN de la institución. Con estos resultados, queda claro que la mayor parte de la legislación seguirá dependiendo de acuerdos entre populares y socialistas, aunque en muchos casos la coalición será más amplia. Eso no es bueno para generar noticias, pero es bueno para la calidad del trabajo parlamentario.

¿Les preocupa el aumento de la presencia de euroescépticos en el PE, tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda? ¿En qué puede afectar a su trabajo de portavoz?

Han aumentado, pero no tanto como algunos anunciaban. La presencia de la ultraderecha es más un problema de dos o tres países que un problema europeo, porque en la cámara europea no llegan apenas al 5% del voto y su presencia queda muy diluida. Los euroescépticos que no se considerando de ultraderecha suponen otro 10%, contando también a los que se sitúan a la izquierda del socialismo. No suponen riesgo alguno para el trabajo diario de la ins­titución y sinceramente creo que tampoco para el mío. Ya llevan años en el Parlamento, incluso con grupo parla­mentario propio. No va a haber grandes sorpresas.

Este Parlamento será el primero elegido después del Tratado de Lisboa: mayores competencias, la elección del presidente de la comisión… Si, como es previsible, esto supone una mayor “politización”, en el sentido partidista, del trabajo de la Cámara, ¿cómo cree que incidirá en su trabajo pasar de portavoz de una cámara que funciona por consenso a otra más “politizada”?

Esa evolución ya se ha ido produciendo durante la última legislatura. No sólo el trabajo del portavoz sino también, el de todo el departamento de información y de comunicación han debido adaptarse paulatinamente, respetando escrupulosamente la línea de demarcación entre nuestro trabajo y el de los diputados y sus equipos de prensa. Al mismo tiempo, el mandato de nuestras autoridades políticas es el que es: ayudar a los medios a hacer su trabajo, dar a conocer la actividad del Parlamento y al mismo tiempo impulsar los valores euro­peos. Eso no va a cambiar.

El Parlamento es considerado la “pri­mera institución” de la Unión Europea y su Presidente tiene preferencia protocolaria sobre las demás autoridades europeas. Sin embargo, esa preferencia no se refleja en la percepción de los ciudadanos y los presidentes del Consejo y la Comisión son más conocidos. ¿Les preocupa este hecho?, ¿Qué se puede hacer para trasladar esta preferencia protocolaria en el conocimiento de los europeos?, ¿Cree que el mandato corto de la presidencia del Parlamento de tan solo dos años y medio (aunque sea re­novable) dificulta la visibilidad del pre­sidente y la institución?

Es verdad que protocolariamente va por delante, pero un presidente de Parlamento siempre tiene menos posibilidades de ser conocido que el presidente de un ejecutivo. Eso pasa en los países y en la UE también. Que sea elegido para dos años y medio y no para toda la legislatura es una dificultad evidente. Muy a menudo el presidente del Parlamento empieza a ser conocido cuando ya prácticamente ha acabado su mandato. Es un continuo vol­ver a empezar. Dicho esto, el último presidente ha conseguido darse a conocer más que los anteriores, confirmando lo que ya sabemos: una presidencia más política y menos institucional tiene más impacto mediático.

Más allá de estas elecciones, ¿Cómo ha sido su trabajo todos estos años? Un Parlamento que reúne a representantes de 28 países, con 23 lenguas oficiales y de trabajo, ¿Cómo coordina la unidad de mensaje con la diversidad de inte­reses y destinatarios que implica la comunicación del Parlamento Europeo?

Es un trabajo sin fin, pero apasionante y en constante evolución. Durante los pri­meros años era difícil percibir los resultados pero en la última legislatura las cosas han cambiado mucho. El Parlamento está más presente en los medios y la prensa por fin ha entendido que se ha convertido en una institución influyente. Eso hace mi trabajo más fácil. La unidad de mensaje se logra a través de una buena coordinación de nuestras herramientas de comunicación, ya sean el servicio de prensa, nuestra programación audiovisual o los contenidos que publicamos en la red. Lo que es más complicado es decidir cuáles son los temas que merecen prioridad, porque no siempre es fácil saber qué puede interesar más a la prensa. El multilingüismo es una dificultad desde el punto de vista técnico, pero lo hemos transformado en una ventaja. Nos permite adaptar la información a los intereses de los diferentes países.

A lo largo de todos estos años, en sus relaciones con los medios, ¿cómo a­tender a medios de países tan diversos, con dinámicas nacionales tan distintas? ¿Se nota mucho la diferencia de actitudes profesionales entre los periodistas de unos países y otros?, ¿Recuerda alguna anécdota especialmente significativa?

Es imposible hacerlo bien ni no se cuenta con un equipo potente, con gente de todos los Estados miembros o que al menos permitan cubrir todas las lenguas oficiales de la Unión. Nadie atiende mejor a un periodista letón que un jefe de prensa letón, que conoce el contexto político y la forma de trabajar de los medios de su país. En cuan­to a los periodistas, los hay más incisivos que otros, pero también hay quienes prefie­ren entrevistar al funcionario que al político, porque les parece que el funcio­nario es el único que les va a contar las cosas como son: “Exportan a la UE el modelo nacional”.

Más que anécdotas recuerdo momentos muy especiales, como preparar los aspectos mediáticos de la visita del Presidente del Parlamento al Papa Francisco o cuando hace unos días tuve que subirme a un escenario, frente a mil periodistas, para dar los resultados de las últimas elecciones europeas. No es fácil.

El Parlamento Europeo es la institución pública de Europa con más presencia en las Redes Sociales y ofrece una web ins­titucional con un alto componente social, que informa y facilita el diálogo online entre eurodiputados y ciudadanos. ¿Cómo gestionan este trabajo?, ¿Qué valoración hace del uso de estas herra­mientas?, ¿Cree que además de un canal de información y comunicación se puede abrir el Parlamento a la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones?

Nuestra presencia en las Redes es el resultado de seis años de trabajo diario y decidido. Desde el primer momento entendimos que eran un instrumento de primer orden para acercar la institución al ciudadano y eso es lo que intentamos hacer. Es verdad que somos líderes en presencia institucional tanto en Facebook como en Twitter. Detrás está el esfuerzo de un equipo central muy joven y de nuestros community mana­gers en cada Estado miembro. Hemos sido capaces de crear nuestras propias aplicaciones, como un chat vía Facebook o una plataforma, epnewshub.eu, que permite seguir en tiempo real la actividad de los eurodiputados en las Redes.

Pero este esfuerzo solo tiene sentido si se logra la interactividad entre votantes y diputados. No basta con informar, hay que dar a la gente instrumentos que les permitan comunicarse con el diputado y controlar su trabajo. Durante las eleccio­nes pusimos en marcha una aplicación que permitía seguir las campañas de los candidatos a la presidencia de la Comisión y su actividad en Twitter. Las cifras son muy buenas, por ejemplo más de un millón de tweets la última semana de campaña, de ellos 700.000 el día de las elecciones. Que somos pioneros en la utilización de las Redes Sociales en la política europea lo demuestran las acciones que tanto Google como Facebook y Twitter pusieron en marcha durante las elecciones europeas.

¿Son receptivos los eurodiputados a la necesidad de la comunicación permanente con los ciudadanos y los periodistas? En no pocas ocasiones, parece que solo hablan en elecciones, después tiempo de ausencia y silencio.

Lo son cada vez más, a medida que aumenta el porcentaje de diputados fami­liarizados con las Redes Sociales y con la evolución de los medios de comunicación. El eurodiputado europeo tiende a sentirse víctima de un cierto muro de silencio sobre la actividad del Parlamento, por lo que normalmente coopera con los medios y no le importa explicar su trabajo las veces que haga falta. El porcentaje de presencia activa en las Redes es más alto que en muchos parlamentos nacionales y es raro que se nieguen a participar en las acciones informativas que organizamos.

Lleva casi dos décadas dedicadas a la comunicación en el Parlamento Europeo ¿qué destacaría de la evolución en estos años de la Unión Europea en general y el Parlamento en particular?

Tanto la Unión como su Parlamento son ahora mucho más influyentes que antes. Su actividad tiene impacto real en la vida de los ciudadanos. Eso hace que la cobertura informativa sea mucho más importante que antes. Al mismo tiempo la época a­crítica ya ha pasado. La crisis económica ha hecho que la gente se interese más, pero también que cuestione abiertamente algunas decisiones o que se pregunte quién las toma y con qué legi­timidad lo hace. Ahí es donde nos encontramos con el problema de “Bruselas”. La gente nos ve como una especie de nube. Al ciudadano le es muy difícil distinguir las responsabilidades concretas de cada institución o, lo que es más grave, entre las que corresponden a la UE y las que son resultado de las decisiones que toman los gobiernos cuando se reúnen en Bruselas. En cualquier caso, es mucho más gratificante trabajar para el Parlamento actual, percibido como un centro de poder, que para la institución desconocida que era hace veinte años.

¿Cuál es el principal reto para el futuro?

Hacer que la gente sea consciente de que el Parlamento Europeo no es sólo una cámara legislativa con influencia en sus vidas, sino también la institución clave para lograr que la futura Unión Europea sea tan democrática como poderosa. Si los ciudadanos no perciben que pueden controlar las decisiones que se toman a nivel europeo, igual o mejor que a nivel nacio­nal, acabarán por oponerse a ellas, por bien fundadas que estén.

Para lograrlo hace falta seguir mejorando la presencia de la actualidad parlamentaria europea en los medios de comunicación, fundamentalmente en la televisión y en aquellos países en los que la prensa sigue pensando que informar sobre Europa “es aburrido” o corresponde a los que se dedican a la política exterior.

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