Por Ignacio Martín Granados
Hace unos días fue noticia la prohibición, por parte del gobierno cubano, de la comercialización de dos fragancias masculinas llamadas Ernesto y Hugo. La empresa estatal Labiofam decidió empezar una nueva línea de perfumes masculinos con dos esencias revolucionarias, una dedicada a Hugo Chávez, difunto líder del régimen bolivariano de Venezuela, y otra al guerrillero Ernesto Che Guevara.
El nombre de las marcas salió de una encuesta que se realizó en una exposición donde se llevaron las fragancias con la idea de que el público decidiera cómo podía ligarlas a nombres de personalidades internacionales sobre una lista cerrada de propuestas. Después se encargó a la empresa francesa Robertet la composición de las esencias, a base de productos naturales. Así, Ernesto encierra fragancias cítricas y extractos maderables, con notas de talco que le dan una expresión de masculinidad; Hugo tiene “algo de esencias frutales, con toques de mango y papaya y elementos de roble que le da un sentido varonil”.
Sus creadores pensaron que podían incitar a sus compradores a relacionarlos con atributos como heroicidad y gallardía y así hacer fortuna entre los partidarios del socialismo del siglo XXI. Sin embargo, las autoridades cubanas, a través del diario oficial Granma, negaron que las fragancias hayan sido registradas ni producidas para uso comercial, ni que cuenten con el permiso de las familias de los comandantes Ernesto “Che” Guevara y Hugo Chávez. “Iniciativas de esta naturaleza no serán aceptadas jamás por nuestro pueblo ni por el Gobierno Revolucionario. Los símbolos ayer, hoy y siempre, son sagrados”, concluye la nota.
Más allá de esta polémica, lo cierto es que no es la primera vez que los caminos de la política y las fragancias se unen. Hace seis años, con motivo de la precampaña catalana, el PSC presentó el primer perfume de un partido en España. Su objetivo fue ofrecer un ‘olograma’ que plasmara los valores colectivos de los socialistas, combinando así la bergamota como estimulante del ánimo emprendedor, con el romero de la eficacia, la verbena de la justicia, la maría luisa de la fraternidad y la laboriosa albahaca.
Experiencias y emociones
Aunque en su momento concitó gran interés mediático y se agotaron todas las unidades que se pusieron a la venta (por un euro), no dejó de ser la novedad en el trillado mundo del merchandising político y, en la actualidad, no ha vuelto a tenerse noticia alguna sobre dicho perfume.
Es cierto que el consumidor de hoy no busca productos en el sentido tradicional del término, sino sensaciones, experiencias y emociones, por lo que las marcas se han lanzado a crear ‘odotipos’ (imágenes olfativas exclusivas y características que refuerzan la identidad de la marca) que estimulen los sentidos y seduzcan a través de los aromas. Sin embargo, no parece que todavía el marketing olfativo esté maduro para entrar exitosamente en el mundo de la política.
Deja un comentario