Casi 400 millones de personas llevan una cámara de fotos con acceso a Internet en sus smartphones. No son lentes de enorme calidad pero los datos son incontestables: el iPhone 4, el iPhone 4S y el iPhone 5 son las tres “cámaras de fotos” más usadas en todo mundo. Esto implica que cualquier ciudadano puede convertirse en “reportero gráfico” en cualquier momento y en cualquier lugar, con inmediatez asombrosa y con calidades nada desdeñables (grabando escenas de un accidente, de un atraco mientras se producen… o incluso rodando cortome­trajes que son luego internacionalmente premiados).

El fenómeno, bautizado como iPhoneografía, tiene enorme impacto en el mundo de la política. Hoy ya ningún líder se escapa de ser infinitamente fotografiado en cada aparición pública que haga (haya o no periodistas a su alrededor). Su imagen a cada paso será recogida por teléfonos inteligentes de decenas de ciudadanos anónimos (o no) que la subirán a Twitter, a Facebook o a Flickr… o que incluso la cederán (o la venderán) a medios convencionales de comunicación.

Tal y como recientemente describía la periodista Rosa Jiménez Cano en El País, “el fenómeno de la iPhoneografía ya ha dado sus propias estrellas; e incluso sus premios, los IPPA”.

Hay casos mundialmente famosos como el de Benjamin Lowy, de Getty, cuya imagen con el móvil tras el huracán Sandy fue portada de la revista Time. Pero el más sorprendente es el de Brooks Kraft, que cubrió la campaña electoral de 2012 en Estados Unidos, ¡sólo con su iPhone! Su trabajo, también en Time, lo destacó como ‘fotógrafo político del año”.

El iPhone se puso a la venta en Estados Unidos el 29 de junio de 2007. Y, desde entonces, no ha dejado de cambiar el mundo. El mundo político incluido.

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