Por JAVIER LUNA, @ijavierluna,

Consultor Político y Asesor de Imagen. Creador de Political Fashion

El movimiento LGBTQ+ utiliza la moda para llegar al Congreso de los EEUU y posicionarse políticamente. ¿Por qué?

Desde las elecciones del 2020, en Estados Unidos se habla de una rainbow wave (ola de arcoiris), para referirse al incremento de personas LGBTQ+ que se postulan al Congreso de Estados Unidos, y que terminan diversificando dichos puestos de poder.

En uno de los estudios más recientes, se habla de que el 8% de personas adultas en este país se identifican abiertamente como LGBTQ+ (HRC).

Desde luego que el estudio no contabiliza aquellas personas con represiones o barreras para poder vivir su orientación sexual o identidad de género con plenitud. Pero este porcentaje habla de un importante número de votantes americanos que desea ser representado en los cargos de poder de su país.

Este 2022 se rompió récord con al menos 101 personas LGBTQ+ postulándose al Congreso de Estados Unidos, y 57 aún siguen con una candidatura activa. Entre los miembros LGBTQ+ electos, podemos destacar a Ritchie Torres, el primer miembro afrolatino y abiertamente gay de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Desde que comenzó su primer campaña en 2020 y hasta ahora, Torres ha utilizado con notable frecuencia colores como el rosa, el morado y una variedad de tonos pasteles. Colores que muchos asesores podrán calificar como inapropiados para un hombre en la política, indicando que pueden verse “femeninos” o “muy suaves”. Pero Torres ha demostrado que su firmeza a la hora de defender temas como la seguridad alimenticia y de alojamiento no se ve opacada por estas elecciones de ropa “suaves”.

Por otro lado, Sharice Davids representa la rica diversidad de historias en Estados Unidos. Davids es nativa americana, abiertamente lesbiana, practicó artes marciales y después fundó su propia compañía de café.

Estas historias se escuchan poco dentro de los servidores públicos de Estados Unidos, y quizás sean maquilladas con un traje sastre, un labial rojo y un broche con la bandera de Estados Unidos para intentar disfrazar la identidad del personaje, pero este no es el caso de Davids. Ella cuenta con orgullo su historia, no solo en sus discursos sino también en la forma en la que viste y se presenta a sus votantes.

En una de sus publicaciones previas a las elecciones de 2020, Davids trae una camiseta de su campaña, maquillaje muy natural, y pelo suelto. Pero lo más sorpendente de esta imagen es que muestra su brazo atlético, como haciendo un homenaje al icónico póster de Rosie The Riveter representando a las mujeres que trabajaron durante la Segunda Guerra Mundial bajo el texto We Can Do It!

En Estados Unidos, a las mujeres en la política aún se les juzga más por su físico y apariencia, que por sus ideales y propuestas. Los noticieros pueden hablar por horas sobre la vestimenta de la Primera Dama, pero apenas unos minutos sobre alguna iniciativa que ella tenga sobre la educación. Esto ha ocasionado que muchas mujeres que deciden postularse a cargos públicos sientan la necesidad de cuidar cada detalle de su apariencia, al punto en que muchas veces su personalidad queda cubierta entre vestidos, maquillaje y joyería.

Es quizás por eso que la autenticidad de Davids resulta tan refrescante en la política de Estados Unidos. Una mujer que no oculta su origen, ni su orientación sexual, ni su pasión por las artes marciales. Este último se volvió tema central de sus primeros videos de campaña. Se le ve entrenando con un saco de boxeo bajo la premisa de Fighting for Progress (Luchar por el Progreso). Davids no pretende caer en política heteronormativa. Ella cuenta su historia, que a la vez es la historia de muchas personas LGBTQ+ que buscan representación en la política de su país.

La ropa se vuelve en estos casos una herramienta muy especial para personas LGBTQ+ que buscan llegar al Congreso. La moda es una forma visual de contar historias y presentarse al público. Es así como se conectan con votantes con quiénes comparten historias, retos, problemas y oportunidades; y se abre camino para más personas LGBTQ+ que, hasta ahora, han conseguido llegar a un cargo de poder que les permite apoyar y defender a todas estas personas con una gran diversidad de historias que contar.

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