Iago Moreno @IagoMoreno_es

En octubre de 2019, un canal anónimo titulado MEM & J transformó en un remix de música techno un acalorado discurso de Giorgia Meloni, actual premier de Italia.  El vídeo pretendía ridiculizar su arenga ultraconservadora convirtiéndola en un meme. Sin embargo, tal y como cuentan Jaime Bordel y Daniel Guisado en ‘Salvini & Meloni: Hijos de la Misma Rabia’ (2021), la canción se convirtió en uno de los temas más populares en las redes sociales italianas y llegó a sonar en numerosas discotecas durante aquel otoño. “Dos Buenas noticias” – ironizó entonces Giorgia Meloni – “el hit Io sono Giorgia va primero en la lista de más escuchados (…) y las encuestas dan a Fratelli d’Italia un 10% de los votos”. La viralidad, como comprobaría el autor, siempre es un arma de doble filo.

Los remixes políticos o mashups son vídeos donde el discurso de un candidato se convierte en una canción, ya sea fusionando la voz original con una canción de referencia o creando un nuevo hit a p­artir de este. ‘Io Sonno Giorgia’ pasará a la historia como uno de los remixes virales más emblemáticos de la comunicación política. En efecto, lejos de la intrascendencia, esta canción sirvió para catalizar la expresión pública de un liderazgo que, ya gestado, no dejaba de cobrar popularidad. Aun así, la lista de mashups icónicos que han marcado significativamente campañas electorales y carreras políticas es mucho más extensa.

En España, por ejemplo, el remix más emblemático surgió a partir del discurso del ‘Caloret’ pronunciado por la exalcaldesa valenciana Rita Barberá. Durante el pregón de las Fallas en 2015, este discurso causó una polémica instantánea tanto por el estado de embriaguez de su protagonista, como por su atropellado uso del valenciano, lengua cooficial en esta región. Entonces, programas de televisión mainstream como El Hormiguero y canales de YouTube coincidieron en convertirlo en una canción viral y su musicalización sirvió para convertir el reproche político en una ridiculización pública mucho más dañina y contagiosa. Meses después, Barberá perdería las elecciones municipales. No por una simple canción, pero, como en el caso de Meloni, aunque esta vez al revés, los mashups de ‘El caloret’ y su puesta en circulación a través de las redes pusieron banda sonora a una estrategia más amplia de deslegitimación que sí resultó efectiva.

Lo cierto es que ‘Io Sonno Giorgia’ y ‘El Caloret’ se entienden mejor juntos. En la práctica, la orientación estratégica de los remixes políticos puede tener dos direcciones. En algunos casos, pueden surgir de la admiración personal o la identificación con una causa política, pero también convertirse en un producto de campaña a favor de uno. No obstante, muchas otras veces surgen con las intenciones contrarias o se acaban explotando más como un medio para la ridiculización de los candidatos, mandatarios o representantes públicos en su diana.

Los primeros tienden a aprovechar los discursos originales para crear canciones épicas, vibrantes o pegadizas. Algunos ejemplos cercanos serían remixes como “Le Problème C’est Celui De Ceux Qui Se Gavent”, que convierte un discurso del izquierdista francés Jean Luc Melenchon en una apasionada canción de trap, o el ‘run run’ de la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que le sirvió de canción de campaña en 2015. En cambio, los segundos tienden a utilizar el recorte del discurso original con el propósito contrario: para hacer decir a los candidatos aquello que jamás han dicho, para viralizar sus equivocaciones o para hacerles cantar canciones que resultan ridículas en su boca. Asimismo, en Reino Unido creadores digitales como JOE se han distinguido por su uso contra políticos ultraconservadores como el autor intelectual del Brexit, Nigel Farage.

La intención original no siempre es lo que más pesa. Como demuestra el caso de Meloni, una canción que surge para ridiculizar a un líder puede ser reapropiada por sus seguidores hasta cobrar el sentido contrario. Esto se explica, fundamentalmente, porque los mashups o remixes son en última instancia una expresión más de la jamming culture digital: una cultura de la reapropiación extensamente popularizada e imposible de eludir. En consecuencia, cuando hablamos de comunicación política digital, todo lo que lanzamos a la red puede tener un sentido pensado, sin embargo, al recoger las redes, uno puede encontrarse pescando el efecto contrario.

Esa ambivalencia para el desprestigio o la celebración del carisma, para el apoyo o el ataque, es lo que ha hecho de los remixes, durante más de una década, un medio de expresión tremendamente popular para todo tipo de activistas, también en contextos no democráticos. Durante los días dorados del activismo digital, en relación a las Primaveras Árabes, explorando la guerrilla memétic­a de YouTube, los investigadores Ari Häkkinen y Sirpa Leppänen reflexionaron sobre esto en profundidad. Como ellos explican, mashups populares como el ‘Zenga Zenga Song’, ridiculizaron globalmente la oratoria fervorosa de Muamar el Gadafi al convertir sus discursos propagandísticos en canciones ridiculizables. Y esto, lejos de ser algo enteramente nuevo, se apoya en una hábil traslación digital del poder que siempre ha tenido la sátira, la ironía y el humor para poner en cuestión la autoridad de los más poderosos, especialmente, en contextos de censura y represión democrática.

Hoy en día el futuro de los remixes y los mashups es incierto. Así como el trono del selfie se va derritiendo al calor de nuevos formatos como la instastory, el boomerang, el reels o el TikTok, el remix va transformándose y perdiendo su sentido original. Ventrilocuar, hablar a través de las voces de candidatos políticos, resulta ahora extremadamente más sencillo mediante la clonación de sus voces que a través de laboriosos corta y pega con vídeos de archivos.

Por cada aplicación de inteligencia artificial generativa que emerge, se multiplican las versiones musicales aparentemente cantadas por todo tipo de personajes políticos. Como señalan los teóricos de la evolución mediática, cada nuevo medio arrastra consigo un legado imborrable del que viene a enterrar. Por eso, así como las telenovelas no se entenderían sin los entremeses o las radionovelas, es probable que el eco de estos mashups se siga escuchando en cada viral de comunicación política musicalizada que produzca una IA.

Deja un comentario