Lorena Santos
Doctoranda en Filosofía, UCM.
Consultora Asuntos Públicos, Silverback Advocacy.
Las manifestaciones públicas como el movimiento Occupy en Estados Unidos o el 15-M en España son formas de acción política, en las que el cuerpo de los agentes reunidos emprende un diálogo con el espacio público en el que se sitúan. Recientemente, en España se han vivido manifestaciones públicas motivadas por la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y el acuerdo entre el PSOE y los grupos independentistas (Junts y ERC), que incluye una ley de amnistía.
Para comprender el significado político de la manifestación pública es necesario ir a su descripción, esto es, comprender qué significa una reunión de cuerpos en el espacio público. En el libro Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea, Judith Butler propone un concepto que puede ser muy útil para describir las manifestaciones: la performatividad corporeizada. Butler la define como la aparición de los cuerpos en el espacio público, cuerpos que tan solo con su presencia transmiten un significado. La performatividad, en ese sentido, tiene que ver con que una acción puede ser significativa de modo autorreferencial y que construye realidad. Es decir, resulta imposible ignorar la materialidad y significado de los cuerpos reunidos en un espacio público.
El cuerpo en movimiento o incluso el ‘movimiento’ de la quietud son un modo de acción política. Según Hannah Arendt, la acción política pone algo en movimiento; en este sentido, la manifestación pública es acción política, pues incluso cuando la manifestación es silenciosa, la presencia de los cuerpos comunica. Además, según Arendt, la acción política surge inter esse, es decir, que acontece en la relación con los otros. Es en el ‘entre’ de la materialidad de los actores políticos donde se articula la pluralidad. Por eso, para Butler la acción política es siempre corporal, emerge del ejercicio performativo entre-las-personas —por lo que es plural— y configura nuevos espacios de aparición que no dependen de un tiempo ni un lugar específicos. La reunión misma de los cuerpos imprime un significado político en el espacio que ocupan, independientemente de si este es público o privado. Si bien las manifestaciones suelen ocurrir en plazas o en torno a instituciones públicas como, por ejemplo, el Congreso de los Diputados, lo que devela la tesis de Butler es que solo con la mera presencia de los cuerpos actuando en concierto, los espacios que no están destinados para la manifestación, por ejemplo, la calle Ferraz en Madrid, adquieren un significado político. En otras palabras, la arquitectura del lugar en el que ocurren las manifestaciones es reorganizada por los movimientos que allí se instalan. La calle se reorganizó en un fortín de la manifestación de la voluntad política de los agentes en contra de la amnistía.
Aunque las manifestaciones públicas pueden considerarse, en términos de significado, una declaración de la voluntad popular, Butler advierte de que, en la práctica, los poderes políticos y, en algunas ocasiones, los Estados, las suelen emplear como instrumentos de legitimación. Así, el impacto significativo de la reunión de los agentes en el espacio público y su legitimación se logran mediante actuaciones cuidadosamente coordinadas entre los grupos políticos y a través de una cobertura mediática específica. La cámara con la que se graba y transmite la imagen de la manifestación se convierte en un marco que inevitablemente excluye todo aquello que queda fuera de la lente.
De este modo, la cámara de los medios de comunicación posibilita y a su vez limita las condiciones en las que los agentes de la manifestación pueden aparecer en la esfera pública ampliada. Entre esas condiciones se encuentran las propias imposiciones infraestructurales del espacio en donde se aparece, así como los medios de comunicación que permiten captar la imagen y difundir el sonido —también el silencio— de las personas que se reúnen y actúan en concierto.
La transmisión mediática de sus gritos o la reproducción gráfica de sus movimientos son fundamentales para su constitución como actores en la esfera pública. De esta forma, los medios de comunicación no solo informan sobre quienes dicen manifestar la voluntad popular, sino que también constituyen a dichos agentes y condicionan su aparición en la esfera pública mediante una compleja interacción de representaciones, imágenes y sonidos de las producciones mediáticas. Los medios intervienen en la definición del grupo que se manifiesta y definen su mensaje. Según Butler, los medios no solo impulsan o hacen posible que los agentes aparezcan en el espacio público, sino que son la materia prima que determina, selecciona y edita qué y quiénes van a contar como agentes legítimos. Esto significa, según Butler, que no es posible separar la cuestión de quiénes son representados como agentes con la legitimidad para manifestarse y la técnica que establece quiénes son captados dentro del marco de la lente que los capta.
Por ello, si realmente queremos comprender quién actúa durante las manifestaciones, no debemos centrar la atención únicamente en aquellos que están dentro del marco de la lente de la cámara, sino también en quienes han sido excluidos de este y que, sin embargo, han hecho presencia política con sus cuerpos en el espacio de aparición.
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