Por Alberta Pérez, @alberta_pv

Senegal, considerado modelo de democracia en África, se remueve frente a los comicios previstos para finales de febrero del próximo año. El continente africano ha vivido un periodo muy intenso de cambios sociales y políticos en los últimos años, con múltiples golpes de Estado: Zimbawe en 2015, Sudán en 2019 y 2021, Chad en el 2021, otros dos golpes en Mali en 2020 y 2021, otro en Guinea Conakry también en 2021 y dos en Burkina Faso a principios y finales del 2022.

Acceder al poder por un golpe de Estado es parecido a comenzar una relación rompiendo otra a partir de un engaño. Una vez consigues lo que quieres debes convencer a tu pareja de que tú eres la solución adecuada. Una estrategia útil para salir airoso, en ambos casos, es la de ofrecer culpables, tener una cabeza de turco abre una vía de escape para que las frustraciones generadas por un conflicto puedan drenar. Para obtener el poder debe encontrarse el correcto equilibrio entre violencia y seducción.

En La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación, José Antonio Marina asevera que el poder es una conciencia de dominio: “la capacidad de hacer real lo posible”. Hablamos de poder a nivel individual, cuando tenemos la capacidad de acción para acometer los deseos de uno mismo, y es a partir de ahí que surge el poder a nivel colectivo y político, el cual no solo implica sometimiento, sino también la capacidad de privar a otros de actuar como deseen. El deseo básico que supone, según Marina, la aseveración del ‘yo’ a partir de la fama y gloria, parte asimismo de la contradicción de que el hombre desea ejercer el poder, pero rechaza el poder ejercido por otros. El juego del poder es una parte más en la construcción del ideario social, y es por ello que su concepción debe, entre otras cosas, legitimarse. De ahí que todas las simbolizaciones del poder suelan ser llamativas y un tanto dramáticas, para muestra, un botón: la reciente coronación de Carlos III de Inglaterra.

Volviendo a Senegal, la posibilidad de que Macky Sall, actual presidente, se presente de nuevo a las próximas elecciones del país, es un tema inflamable que lamentablemente ya ha dejado muertos a sus espaldas. Parece que el el poder de su deseo por ser presidente se ha transformado durante los últimos años en deseo de poder. El artículo 27 de la Constitución prohíbe a toda persona ejercer más de dos mandatos consecutivos, sin embargo, él lleva desempeñando el título de presidente desde 2012, y todavía parece haber encontrado una posible lógica que argumente la viabilidad jurídica de su reelección. Todavía no confirma ni desmiente su participación en los próximos comicios, pero en el caso de que decida hacerlo, la fachada democrática del país podría finalmente venirse abajo.

Desde el partido opositor, han denunciado agresiones e incluso un intento de asesinato hacia su líder Ousmane Sonko, al que sorprendentemente se le detuvo en 2021 por una presunta violación y amenazas de muerte pobremente justificadas. Fue precisamente ahí cuando las manifestaciones sociales contra el actual gobierno se pusieron serias denunciando censura y acoso, avivando el espíritu de rebelión del pueblo y ahogando la popularidad del actual presidente, que rechaza toda acusación alegando no ser él el manipulador, sino el manipulado,

Según Aristóteles se distinguen tres argucias del tirano: envilecer el alma de los súbditos, empobrecerlos y sembrar entre ellos la desconfianza. En este caso se cumplen todas ellas, pero no sabemos quién es el bueno ni quién es el malo. Sólo tenemos claro que el tonto es el pueblo, porque la información, así como el deseo, está mucho más relacionada con el poder de lo que nos quieren hacer creer.

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