Hace unos días dimitía la ministra de educación alemana Annette Schavan después de que la Universidad de Düsseldorf le revocara el título de doctora por haber plagiado el 29% de su tesis. Dos años antes, el ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg también perdió su título de doctor en Derecho al demostrarse que había plagiado hasta el 94% de las páginas de su tesis. No es el único caso de plagio en la política alemana, pero pone de manifiesto dos hechos: la obsesión alemana por ser doktoren (trampolín de ascenso político, empresarial y social) y el poder de la sociedad civil que, organizadas en torno a una Wiki (GuttenPlag. y después VroniPlag), han “cazado” a decenas de políticos y científicos.
En Estados Unidos, el fact checking o comprobación de datos irrumpió con fuerza en la última campaña electoral. De hecho ya nos hemos hecho eco en El Molinillo de dos iniciativas que alertan si un político está utilizando información falsa: el proyecto FactCheck.org del Centro Annenberg de Política Pública de la Universidad de Pennsylvania y PolitiFact, del Tampa Bay Times, que además lanzó junto al Instituto Poynter y la Fundación Knight la app gratuita Settle It!.
El 29 de enero se presentó la última herramienta de este tipo, denominada “Truth Teller”, promovida por el Washington Post con fondos también de la Fundación Knight. Surge a iniciativa del responsable de política nacional del diario, Steven Ginsberg, con el objetivo de analizar la información facilitada en las comparecencias públicas de los políticos en tiempo real. Gracias al análisis de audio y vídeo, la tecnología convierte la voz en texto y busca en una base de datos la veracidad de los hechos citados. Así los ciudadanos no sólo obtendrán la información correcta en un debate o discurso, sino que sabrán si un político está mintiendo.
A pesar de las dificultades técnicas que supone la captura, volcado y gestión del enorme volumen de datos, se trata de una magnífica herramienta de apoyo al trabajo periodístico, en su labor fundamental de contrastar la información, además de una barrera efectiva contra la desinformación. Identificar la verdad en la era de la infoxicación y el descrédito político es más complicado e importante que nunca, sobre todo cuando hablamos de lo público y de política, porque la verdad es la condición necesaria para el ejercicio de la misma en el que la credibilidad, por lo que implica de honestidad y coherencia, es el primer paso hacia la confianza en la clase política.

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