Por  Ignacio Martín Granados

Desde que se crearon a finales de 1930 por la industria del cómic, los superhéroes (palabra marca registrada de forma conjunta por DC Comics y Marvel Comics), han gozado de gran éxito, saltando al cine y formando parte de la cultura pop y del ideal romántico de la lucha contra el mal de nuestra sociedad.

El caso es que últimamente, ya sea como forma de denuncia, para llamar la atención o como candidato protesta, están surgiendo distintas iniciativas de ciudadanos que se disfrazan de superhéroes para conseguir un noble objetivo.

En Estados Unidos, país originario de estos personajes de ciencia ficción y con una larga tradición de patrullas ciudadanas de seguridad, la Xtreme Justice League de San Diego asume, desde 2006, la misión bienhechora de luchar contra el mal y velar por sus convecinos (también podemos encontrar la New York Initiative desde 2009).

Se trata de ‘superhéroes de la vida real’, de personas normales y corrientes que, por pura vocación y ataviados de sus trajes de fantasía y sin armas potencialmente letales, patrullan todas las noches la ciudad californiana. Los trajes sirven como símbolo de algo positivo y como medio para disuadir a los delincuentes de sus fechorías, consiguiendo promover un sentimiento de seguridad allí por donde pasan.

Con identidades inventadas y más empeño que reconocimiento, Freedom Fighter, Fallen Boy, Mr. Extreme, Light Fist o Vortex luchan contra la delincuencia callejera a través de la prevención y la intervención y como medio para evitar que los jóvenes caigan en pandillas, las drogas y la delincuencia.

Sociedad enfadada y sus disfraces

En Brasil, un grupo de ciudadanos, denominados Loucos pela Paz, se disfrazan de salvadores para llamar la atención sobre una larga lista de reivindicaciones para São Paulo: mejor sanidad y educación, más seguridad y penas más duras para los delincuentes. Así, han escalado la fachada de la Cámara de Diputados para denunciar la situación de la sanidad y colgado pancartas en viaductos. En una sociedad enfadada como la brasileña, ciudadanos pacíficos recurren a los disfraces de Zorro, Vampiro o el Hombre Araña para luchar contra las injusticias e incluso su líder, Batman, se presentó a las últimas elecciones como diputado por el Partido Humanista de la Solidaridad para “patear culos de políticos”.

En la India, Gaurav Sharma, de 31 años, se presentó como candidato independiente en las elecciones generales en Mumbay y no se le ocurrió mejor forma de llamar la atención que disfrazándose de Spiderman. Escalando los edificios y, de ventana en ventana, se presentaba como candidato tratando de convencer a sus conciudadanos de que él, mejor que nadie, resolvería los problemas básicos de agua, electricidad y educación que preocupan a la población.

Y recientemente, en las últimas elecciones brasileñas, donde se presentaban 24.000 candidatos, se registraron varios casos de candidatos superhéroes como Arquires de Souza, de la ciudad de Nanuque (candidato al Estado Espíritu Santo) que se disfrazaba de Batman; Moisés Barbosa, que se hacía llamar el Hombre Araña y aspiraba a ser senador por el Partido de la Social Democracia en su estado natal de Bahía; o James Bond y la Mujer Maravilla, por no hablar de otros candidatos bizarros que lo único a lo que aspiraban era a llamar la atención.

En todo caso, parece que nuestra sociedad, hoy más que nunca, está necesitada de superhéroes.

 

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