Por Guillermo Fernández Vázquez, @guillefdz85 Investigador UCM, Facultad de Ciencias de la Información
Macron fue una sorpresa. No era el candidato de ningún partido, no estaba apoyado por ninguna maquinaria burocrática ni llevaba décadas en política; ni siquiera había sido nunca miembro del Partido Socialista. Poca gente habría apostado por él antes de que se celebraran las primarias en Los Republicanos y en el PSF. Aún más: hasta enero de 2017 nadie pensaba que en un país con una clase política tan estable y envejecida, una persona con 39 años y sin una estructura partidista consolidada detrás podría acceder siquiera a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Sin embargo, solo cinco meses después, en mayo de 2017, Macron ganó holgadamente las elecciones y se convirtió en Presidente de la República francesa.
Cumplido un año de su llegada al Elíseo, el último estudio demoscópico1 publicado por el Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) y realizado entre los días 12 y 16 de abril señala que Macron es apoyado por el 42 % de los franceses, lo que le sitúa muy por encima de sus predecesores en el cargo: Nicolas Sarkozy contaba en el mismo momento con la aquiescencia del 28 % de los ciudadanos, mientras que François Hollande se quedaba en el 21 %. Por partidos, Macron seduce a la casi totalidad de quienes le apoyaron en los comicios anteriores (el 97 %), al 35 % de los electores socialistas y a cuatro de cada diez votantes de la derecha. Según este estudio, si las elecciones presidenciales volvieran a celebrarse, Macron ganaría con el 33 % de los votos (o sea, nueve puntos por encima del año pasado), frente al 23 % de Marine Le Pen y el 16,5 % de Jean-Luc Mélenchon. Las dos grandes formaciones del antiguo bipartidismo francés, Los Republicanos y el Partido Socialista, quedarían relegadas a posiciones verdaderamente secundarias confirmando la transformación profunda del sistema de partidos del país galo.
Situado en una posición tan cómoda, cabe hacerse dos preguntas a propósito del actual Presidente de la República: ¿cómo podemos explicar su éxito político? Y, sobre todo ¿cuáles son las claves discursivas que cimentan el “liderazgo Macron”?
1. LA CAMPAÑA DE EN MARCHE: UN POPULISMO CONTRA-POPULISTA
La tesis que defiendo en esta primera parte del artículo es que la aparición fulgurante de la figura política de Emmanuel Macron y su posterior consolidación como un líder popular dentro de la V República se basa en haber logrado canalizar y dar una orientación distinta a algunas de las ideas que habían aupado a Marine Le Pen hasta la primera posición en intención de voto en el período 2014-2016. Sostengo que Macron se mimetizó con el impulso Le Pen, lo que le permitió hacer de Le Pen y de anti-Le Pen al mismo tiempo. Tanto es así que Macron disputó las elecciones presidenciales de 2017 en el mismo terreno discursivo que sus adversarios de extrema derecha, identificando algunas de las ideas más valoradas por los franceses en ese momento y tratando de encarnarlas y otorgarles un matiz propio. La retórica de En Marche peleaba por los mismos significantes que el Frente Nacional: el cambio, la renovación, la patria, la protección y la unión2. Y podía hacerlo además desde un lugar de enunciación difícil de contrarrestar: la novedad de un joven candidato reformista apoyado por un movimiento ciudadano. No es casual que el ex número dos de Marine Le Pen, Florian Philippot (artífice de la estrategia de la desdiabolización y del giro social del Frente Nacional), reconociera3 temer más a Macron que a Fillon como rival para la segunda vuelta4.
La candidatura de Emmanuel Macron peleó por asumir las ideas de patriotismo, renovación, cambio, protección y unión por encima de las ideologías convergiendo con el relato del FN en tres topoi decisivos: 1) el momento decadente de Francia, 2) la obsolescencia del eje clásico izquierda/derecha, y 3) la apuesta por una mayor participación ciudadana.
1.1. Una Francia decadente
El retrato que Macron hace de Francia durante la campaña presidencial es oscuro. Francia sería un país incapaz de resolver los problemas, hierático, bloqueado, paralizado en las respuestas que el país llevaba demandando desde décadas atrás e incapaz por tanto de hacer frente a tanto malestar. Francia, según este relato, se agitaría a intervalos, pero las correas de su bloqueo convertirían estas expresiones en miniaturas de Sísifo, cuando no en nihilismo ramplón. Como país, Francia estaría maniatada por problemas estructurales a los que no habría sido capaz de dar solución y que, además de conducir a la decadencia, explicarían el ambiente colectivo de frustración generalizada. Francia, en suma, estaría requerida de algo así como un coaching colectivo que identificara sin prejuicios falencias y potencialidades. Evidentemente, en este contexto, los casos de corrupción crecientes en los dos grandes partidos, no ayudarían a levantar el clima de desánimo, de crisis moral y desorientación política.
Con esta constatación como punto de arranque, Macron apuesta en sus discursos por “liberar las energías del país” para que este deje de fustigarse y “recupere la confianza en sí mismo”. Se trata entonces, según sus palabras, de convertir la negatividad en positividad, y de transformar el lamento por una grandeur perdida en deseo de renovación y moralización de la vida política5. El lenguaje de Macron, su estilo florido, el ritmo pausado de sus intervenciones, su voz calmada y las referencias literarias de antiguo hombre de letras combinadas con su saber managerial confieren al presidente de “En Marcha” el carácter de un líder-gurú. Una figura híbrida cuya principal virtud es poder decirle a los franceses de dónde vienen y a dónde deben ir. Macron se presenta como un líder de nuevo tipo capaz (por su saber técnico, su formación humanística y su apertura a la ciudadanía) de conducir al país desde el extravío y la decadencia a la punta de lanza de las transformaciones modernas. Por eso el líder de En Marche siempre se expresa en un lenguaje que incluye a toda la sociedad exhortándola a: 1) prepararse para afrontar los nuevos desafíos del mundo globalizado, y 2) ofreciéndole la esperanza de que, con él, podrán liderar ese proceso. No en vano, ya como presidente, Macron ha afirmado que su objetivo es canalizar la fuerza y la creatividad del país para convertirlo en una “nación start up”6.
No obstante, a pesar de la orientación completamente divergente de los discursos de Macron y Le Pen, resulta llamativo que la estructura de su relato del país sea la misma, a saber: 1) tomar como punto de partida una Francia fracasada, 2) señalar como responsable a la inacción de los gobiernos precedentes, 3) explicar esta inacción a partir de los defectos del bipartidismo francés, 4) afirmar que se ha llegado a un momento decisivo, 5) proponerse como protagonistas de la refundación del país.
1.2. La obsolescencia del eje clásico izquierda/derecha
Macron ha popularizado en Francia la idea de que la izquierda y la derecha ya no existen; o, mejor, que son categorías que ya no nos sirven para explicar la vida política. Aún las entendemos, pero por ellas no pasan el grueso de las oposiciones que genera la coyuntura socio-económica de comienzos del siglo XXI, y, particularmente, el desarrollo del capitalismo globalizado en la era digital. La división izquierda/derecha, afirmaba Macron en campaña, “no nos sirve para entender lo que se juega en nuestro país en los próximos 20 años”7. Ahora como Presidente de la República reitera la misma sentencia: “El eje izquierda/derecha no nos permite entender la realidad de la Asamblea Nacional francesa ni lo que pasa en el país”8. De este modo concuerda con el discurso de Marine Le Pen quien lleva años renegando del clivaje político tradicional y defendiendo que el verdadero pulso hoy es entre la “globalización” y la “nación”; esto es, entre “la libertad sin límites” y la “protección”.
Macron sitúa la disputa política en un plano distinto del eje izquierda/derecha. Para él, la verdadera oposición es entre “progresistas” y “conservadores”, entendiendo que no toda la izquierda es progresista ni toda la derecha es conservadora. El plano “progresistas”/“conservadores” atraviesa tangencialmente el eje “izquierda”/“derecha”, de tal modo que hay progresistas en la derecha y conservadores en la izquierda. Los progresistas son, según Macron, quienes “desean entrar en el nuevo siglo, en la economía de las competencias, la cualificación y la innovación (preservando la justicia social) y se sienten vinculados a la laicidad y a Europa”. Por el contrario, los conservadores son quienes tanto a izquierda como a derecha quieren proteger un orden antiguo y dicen “no cambiemos las cosas”, “no nos preocupemos por el problema de la producción, pero pidamos antes que se reparta lo que aún no se ha producido”. Conservadores también son, insiste Macron, los que, desde el lado de la derecha afirman: “ayudemos a los que ya han triunfado a triunfar más”, “vayamos a un mundo más injusto” y “no creen en la verdadera movilidad económica y social”9.
1.3. La apuesta por una mayor participación ciudadana
“En Marcha” se constituye en abril de 2016 como un “movimiento ciudadano”. Durante toda la campaña presidencial de 2017 Macron enfatiza el carácter ciudadano, horizontal y abierto de su movimiento queriendo encarnar a través del rechazo a la “forma partido” su oposición a las estructuras y modos tradicionales de hacer política. De hecho, en un primer momento, “En Marcha” se plantea un modo de organización próximo a los “círculos” de Podemos. Macron tiene claro que es este empuje horizontal el que le va a permitir representar la “nueva política” y competir con Le Pen en el frente de la retórica anti-establishment.
Así, Macron se presenta al país como el líder de una “revolución ciudadana”, abierta a todo el mundo, cansada de los partidos tradicionales y que es capaz de integrar por igual al ciudadano de a pie y al experto. El voto a su candidatura es, a la vez, una apuesta por el sentido común y una forma light de sopapo a los poderosos. De ahí que el énfasis en el carácter novedosamente horizontal de su movimiento constituya un punto central de su campaña presidencial, tanto en los discursos como en la puesta en escena.
2. EL MACRON PRESIDENTE
Si Macron forjó su figura de candidato en la campaña retomando el relato y los principales lugares comunes que movilizaba el discurso de Marine Le Pen dándoles una dirección y un sentido diferentes, como presidente Macron cultiva un estilo de liderazgo que combina una retórica que alaba la flexibilidad con una creciente ritualidad en las formas. En buena medida, el “hechizo Macron” se basa en la capacidad de sorprender: nadie esperaba que ningún candidato pudiera competir con Marine Le Pen (cuyo lema de campaña era “en el nombre del pueblo”) erigiéndose como la “voz de una ciudadanía que pide cambio”; y tampoco nadie podría imaginarse que, una vez llegado al poder, Macron recuperaría el lenguaje, las formas y los gestos de la “ritualidad republicana”.
La tesis que defiendo en esta segunda parte del artículo es que el liderazgo de Macron como Presidente de la República se basa en una peculiar combinación de tres factores: dinamismo, impulso y fuerza. Estos tres factores exorcizan el fantasma de la “Francia decadente”, enhebran el discurso del cambio y consolidan la solidez de la República dentro y fuera del país.
Si la parálisis era el gran problema de los anteriores gobiernos del sistema bipartidista que suponía la postergación sine die de los principales problemas del país, Macron ha querido dar a su primer año de gobierno un marchamo inequívocamente reformista y dinámico. Lo ha hecho además proponiendo cambios en áreas tan diferentes y sensibles como el sistema de pensiones, la educación o la legislación laboral. Macron desea llevar adelante muchas transformaciones y muy pronto, y para ello cuenta con el motor de una retórica legitimada en dos pilares: 1) la valentía de atreverse a afrontar unos deberes largamente pospuestos, y 2) la credibilidad anti-dogmática que otorga la capacidad de hacer reformas unas veces apoyadas por los sectores progresistas (especialmente en lo que concierne a cuestiones de sexualidad e igualdad de género) y en otras ocasiones aplaudidas por la derecha política y mediática (como por ejemplo la liberalización del sector ferroviario). Es esta “cintura” política la que permite a Macron desarmar a sus adversarios: tanto al Partido Socialista (al que en buena medida cooptó), como sobre todo a Los Republicanos (que se ven en la tesitura de tener que criticar en público unas medidas que en privado les complacen; y que, para colmo, tienen que soportar a un ex de los suyos, Édouard Philippe, como primer ministro).
Otro de los rasgos que está marcando decisivamente el estilo de la presidencia de Macron es su liderazgo europeo. Este factor consolida su posición interna. En efecto, el impulso europeo seduce a una parte de los franceses que ve en el rol internacional adoptado por Emmanuel Macron el regreso de la grandeur y de la vieja aspiración a ejercer la conducción intelectual y moral de la UE. De algún modo, Macron encarna la revancha contra Alemania; es decir, contra el papel subalterno al que el orden alemán relegaba a Francia. El nuevo protagonismo internacional del presidente de la República credibiliza el mensaje de renovación interna enfatizando la idea de que Francia tiene cosas que aportar al mundo. Si uno de los principales problemas del país era antes la falta de confianza en sí mismo, la visibilidad internacional del presidente Macron consolida la validez de su estilo de liderazgo managerial. Lo primero se percibe como prueba de lo segundo.
Por último, Macron está tratando de restaurar la imagen de una República dañada y en crisis otorgando una especial solemnidad a los ritos y ceremonias asociados a la figura de presidente. Este gusto por la forma pretende no solo simbolizar un poder fuerte (exterior e interiormente), sino también ayudar a transmitir la imagen de un país unido y reconciliado consigo mismo (también con sus tradiciones históricas de ejercicio del gobierno). Con ello Macron ejemplifica la promesa de refundación nacional.
Esta mezcla de bonapartismo, liderazgo coach y retórica trans-ideológica sitúa a Macron en una posición difícilmente atacable por sus adversarios políticos. El nuevo presidente de la República francesa bebe del sentido común de lo que Nancy Fraser ha denominado “neoliberalismo progresista” y hace creíble su posición de fuerza renovadora a través del liderazgo europeo y un programa nacional de reformas continuadas. El mayor punto débil que hasta ahora ha demostrado Macron es una tendencia a adoptar un rol excesivamente soberbio tanto con sus oponentes políticos como con algunos periodistas semejante a la relación profesor-alumno10. La imagen de gobernante arrogante, elitista y educado en las grandes escuelas del país es, por el momento, la que potencialmente puede hacerle más daño y deslegitimar su posición.
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1 http://www.parismatch.com/Actu/Politique/Sondage-Ifop-un-apres-la-presidentielle-Macron-au-plus-haut-1498703
2 “Lo que nos hace a nosotros mismos, lo que somos, es representar la verdadera alternancia, el cambio profundo, la renovación de nuestra vida política. Porque somos el campo de la esperanza, porque somos el proyecto que protege, porque somos los patriotas abiertos de un mundo que cambia” (Emmanuel Macron, Discurso de Marsella, 1 de abril de 2018. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=3kNE0oMwMkk)
3https://www.marianne.net/politique/second-tour-de-la-presidentielle-le-pen-veut-affronter-macron-philippot-prefere-fillon
4 Es significativo que el entorno de Marine Le Pen prefiriera sin embargo a Macron como rival para la segunda vuelta, pues estimaba que un candidato así permitía que se “cayeran las caretas” y los ciudadanos pudieran “al fin” elegir entre “cosmopolitismo neoliberal” y “proteccionismo nacional”; sin darse cuenta de que Macron estaba bebiendo de las mismas fuentes retóricas que ellos en cuanto al relato sobre Francia, a saber: qué nos pasa, quiénes son los culpables, cómo podemos solucionarlo.
5 Ver mítin de Emmanuel Macron en Berçy (París), el 17 de abril de 2017. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=7odUasn4RIE
6 https://www.la-croix.com/Economie/France/Emmanuel-Macron-veut-faire-France-nation-start-2017-06-16-1200855634
7 Emmanuel Macron, Mítin de Marsella, 1 de abril de 2017. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=3kNE0oMwMkk
8 Emmanuel Macron, Entrevista 15 de abril de 2017. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=mt0as7x-kfs
9 Emmanuel Macron, Mítin de Nantes, 19 de abril de 2017. Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=1QGjhDitess
10 Ver, por ejemplo, esta entrevista reciente a Emmanuel Macron en la que los periodistas, Edwy Plenel y Jean-Jacques Bourdin, reprochan al Presidente de la República su actitud excesivamente arrogante: https://www.youtube.com/watch?v=vmCTumG4gjM
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