Políticos y políticas montando en bicicleta, jugando al baloncesto, meciéndose en columpios, haciéndose la coleta o deshaciéndosela, bailando y cantado en los platós de televisión. Bienvenidos al politainment, bienvenidos al gran espectáculo político televisivo.

Salomé Berrocal Gonzalo, Profesora Titular Comunicación Política Universidad de Valladolid @salome_berrocal

Desde finales de 1980 son muchos los teóricos que se han referido al cambio en la política televisada hacia lo que ha dado en llamarse el infoentretenimiento político, entendido como un fenómeno propiciado por la competencia audiovisual y que ha generado que, en la búsqueda de la audiencia televisiva, la información política más seria deje paso a las informaciones más frívolas o superficiales, que parecen ser premiadas con la presencia del espectador frente al televisor.

Thusu (2007) señala al respecto que, desde que los informativos televisivos se comercializaron, la necesidad de hacer entrete­nimiento se ha vuelto una prioridad crucial para los programadores de televisión y se han visto forzados a adaptar las características de los formatos de entretenimiento y los modos de la conversación que privilegian un estilo comunicativo informal, con énfasis en la personalización, el estilo, las herramientas del stoytelling y del espectáculo.

Esta tendencia, que concede a la información política una dosis de superficialidad, se amplía a partir de los años 90 con la presencia de los políticos en programas magazines o “contenedores”, donde comparten espacio con personajes del mundo del corazón o concursantes de los últimos programas reality show de la cadena, y también con su presencia figurada o no en programas de parodia o sátira política.

En España, en 1995, Las Noticias del Guiñol de Canal + se convierten en el primer programa, incluido en una parrilla televisiva, que utiliza muñecos de látex para realizar una sátira social, donde los políticos son los grandes protagonistas. La buena aceptación del público provocó que otras cade­nas apostaran por la producción de programas de infoentretenimiento polí­tico como Caiga Quien Caiga (CQC) o El Informal de Tele 5.

Más tarde llegarían los late night al estilo estadounidense con programas como Buenafuente (2005) o Noche Hache (2005) y, de nuevo, el triunfo de la parodia política con el premiado programa Polònia (2006), entre otros.

En la actualidad, el panorama televisivo español ofrece una amplia oferta de info­entretenimiento en los horarios de mañana y prime-time sobre todo en lo que se refiere a magazines, espacios de reportajes o entrevistas, e, incluso, en formato de tertulias políticas, muchas de las cuales hacen de la información y la opinión puro espectáculo.

La programación televisiva en España, con la celebración de varias convocatorias electorales en un solo año: Elección Autonómicas y Municipales y Elecciones Generales, ha revitalizado el fenómeno y casi diariamente se ha visto a los líderes políticos en la pantalla atendiendo a nuevos retos que les han propuesto desde programas como El Homiguero, Qué tiempo tan feliz o El Programa de Ana Rosa, o respondiendo a preguntas de los periodistas en entrevistas con formato show como, Viajando con Chester o Salvados, o en programas info-show como El Intermedio, El Objetivo, Al rojo vivo o Un tiempo nuevo.

Así, la candidata del Partido Popular al Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Agui­rre, bailó un chotis en el programa El Hormiguero, mientras que el candidato del Partido Socialista Obrero Español, Antonio Miguel Carmona, lo hacía en Qué tiempo tan feliz, o Cristina Cifuentes, candidata popular a la presidencia de la Comunidad de Madrid se hacía una coleta en directo en el programa El Hormiguero, mientras que el candidato socialista, Ángel Gabilondo, era entrevistado en El Intermedio. Los líderes de otros partidos políticos que, también, se presentaban en estos comicios pugna­ron por tener presencia en estos espacios televisivos de entretenimiento u ofrecieron sus opiniones en las tertulias políticas, que se han convertido en los últimos años en uno de los grandes espectáculos televisivos, no tanto por sus índices de audiencia, sino porque se atienen al formato de entrete­nimiento que impera en la actual televisión en búsqueda de sumar espectadores a cualquier precio. Tertulias donde impera el griterío, la carcajada hueca, la demagogia, los insultos y donde el discurso emocional se impone al racional. Una campaña electoral mediática centrada en la presencia de los políticos en espacios que, tradicionalmente, no estaban pensados para ellos.

Pero, este fenómeno, en el que los políticos se presentan en programas no informativos sino en formatos de entrete­nimiento, se reproduce en muchos otros países del resto de Europa dentro de lo que se ha venido denominando también como cultura de la política Pop, así como en Estados Unidos donde son usua­les las entrevistas en programas de late night show o donde triunfan programas que realizan parodia política utilizando a sus líderes políticos como protagonistas, además de la importante ocupación de las soft news en las escaletas de los informativos diarios. También en Latinoamérica, el infoentretenimiento político ocupa espacio en las parrillas televisivas, programas como El Mañanero o el desaparecido El privilegio de mandar en México; Ruben & Co en Puerto Rico; Contacto Directo en Ecua­dor; el extinguido Noticiero NP& con los Reencauchados en Colombia, son algunos ejemplos de la expansión del fenómeno.

Esta tendencia, que se fecha a finales de los años 80 por autores como Postman (1985) que plantea que el discurso público en Estados Unidos se transforma en entrete­nimiento o Bratlinger (1985) que menciona el circo romano al referirse al espectáculo que ofertan los medios de comunicación, ha cambiado de denominación en los últimos años. A partir del año 2000, su evolución, desarrollo y expansión han colaborado en la creación de un término específico, el de politainmen­t (Nieland; 2008; Sayre & King, 2010; Schultz, 2012), un concepto que reúne dos funciones relativas a los medios de comunicación, como son la información y el entretenimiento, dos objetivos que, en principio, podrían considerarse opuestos.

Aunque la mayoría de estudios sobre poli­tainment se centran en la televisión, lo cierto es que el término hace referencia a una tendencia informativa hacia la represen­tación de la realidad en clave espectacular que puede producirse en cualquier medio de comunicación y de hecho, su presencia en medios de comunicación tradicionales como la prensa y la radio, es evidente. Algunas de las páginas de los principales diarios de calidad incluyen, en la actualidad, un importante número de soft news, noticias frívolas, anecdóticas o superficia­les sobre política, y lo mismo sucede con la radio que, además, incorpora nuevos espacios de infotainment donde se refleja esta temática.

La expansión del fenómeno también alcanza a Internet. Las redes sociales son un medio donde los prosumidores se convier­ten en altavoces que producen conversaciones con y para un público consumidor. En esta conversación, la audiencia no solo consume esos contenidos, sino que responde y re-produce estos mensajes y crea otros casi simultáneos. La viralidad del politainment es muy importante en Internet. Baste recordar en España, la intervención de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ante el Comité Olímpico Interna­cional (COI) en el acto de elección de la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. El 7 de septiembre de 2013, la candidatura de Madrid fue descartada en la primera ronda de la votación del COI, tras un empate con Estambul, y en la que resultó vencedora Tokio. El acto de defensa de la candidatura madrileña ante los miembros del COI duró cuarenta y cinco minutos, tiempo en el que intervinieron nueve ponentes—el Príncipe Felipe de Borbón, el presidente del Gobierno, Maria­no Rajoy, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González y la alcaldesa de la ciudad, Ana Botella, entre otros—. Los dos principales diarios impresos españoles, El País y El Mundo, apostaron por el análisis de las causas de la derrota y las repercusiones políticas que podía tener el fin del sueño olímpico. Ninguno de los dos dia­rios consideró que la presentación española ante el COI fuese incorrecta y menos aún motivo de la derrota, aunque sí rea­lizaron alusiones al nivel de inglés de los políticos participantes.

No fue así en el caso de las redes sociales, donde rápidamente los usuarios se hicie­ron eco de la intervención de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ante el COI, principalmente con una frase de su intervención con una invitación a los miembros del Comité para que disfrutaran de una «relaxin­g cup of café con leche en Plaza Mayor». A las pocas horas, los usuarios crearon una cuenta en twitter llamada @Relaxingcup3 que alcanzó, en apenas dos días, más de 12.350 seguidores. El mismo día del discurso de Ana Botella, la referida frase se convirtió en tendencia en la red social Twitter, se crearon grupos de Facebook sobre el tema, canciones y todo tipo de llamadas de atención que eran compartidas a través de la web 2.0. Entre ellas los vídeos en YouTube donde, en ape­nas unas horas, los usuarios comenzaron a difundir el vídeo con la intervención completa de Ana Botella, y sus múltiples versionados con subtítulos y canciones elaboradas con el discurso y mezclas musicales. En solo unas horas, el vídeo más visto en YouTube sobre Ana Botella alcanzó 2.400.000 reproducciones (Berrocal, Campos & Redondo, 2014).

En España, los trabajos destacados en el estudio del infoentretenimiento político en televisión (Berrocal et al., 2001; Cebrián & Berrocal, 2009; Berrocal et al., 2014) han tenido continuidad en las investigaciones que estudian el fenómeno en Internet (Berrocal, Campos & Redondo, 2012a; Be­rrocal, Campos & Redondo, 2012b) en las que se ha analizado la presencia de los principales líderes políticos tanto occidentales como españoles (Barack Obama, Nicolás Sarkozy, Silvio Berlusconi, Gordon Brown, José Sócrates, José Luis Ro­dríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Rosa Díez y Gaspar Llamazares) en los videos más reproducidos en YouTube, concluyendo que los videos más vistos de estos protagonistas corresponden precisamente al género del infoentretenimiento, como género transferido del medio televisivo a la red.

Esto tiene su explicación en diferentes circunstancias como son que la propia plataforma YouTube se nutre de manera importante de espacios televisivos vinculados a la sátira política o a espacios que han generado la risa del espectador; al propio interés de los políticos en lograr que sus vídeos sean los más vistos y, por tanto, su acción de subir vídeos a la Red vinculados al entretenimiento y, por último, la tendencia de los propios usuarios, ya detectada en otros medios de comunicación, al consumo de una información cada vez menos seria y más próxima al entrete­nimiento.

En cuanto a los posibles efectos del politainmen­t en la audiencia, gran parte de los investigadores interpretan que el infoentretenimiento supone una degradación de la información política que impide que los ciudadanos capten la rea­lidad con el rigor preciso para tomar decisiones fundamentadas (Blumler, 1992; Prior, 2005; Moy, Xenos y Hess; 2005), mientras que otros autores, como Grabe et al. (2000), afirman que una noticia ofre­cida desde técnicas de infoentretenimiento capta mejor la atención de la audiencia que la misma información presentada de una forma tradicional. Brants (1998), Baum (2002) o Taniguchi (2011) consi­deran que los riesgos que supone abordar cuestiones políticas en programas de info-show son menores y que tiene ventajas como la de conseguir popularizar la información política en sectores poco proclives a interesarse por ella.

La discusión teórica acerca del politainment y sus posibles influencias en la vida política y en la ciudadanía se mantiene vigente. Hay autores que opinan, como hemos señalado, que la salud democrática acabará deteriorándose en el largo plazo si persiste esta situación de presencia de la política en espacios de entretenimiento y quienes se posicionan en el lado contrario y afirman que contribuye a dinamizar la política y que, de esta manera, llega a sectores que se encuentran alejados de ella.

Políticos y políticas, medios de comunicación, periodistas y audiencia contribu­yen en nuestros días a la representación espectacular de la política, bien porque la buscan, bien porque la representan, bien porque la consumen. El entretenimiento se ha convertido en una fórmula más para transmitir lo que hasta ahora denominábamos información política y el futuro marcará su trascendencia en el sistema de partidos así como sus repercusiones en los ciudadanos. g

Apoyos:

Este artículo está vinculado al proyecto de investigación CSO2012-34698: «El infoentretenimiento político en televisión e Internet. Formatos, audiencias y consecuencias en la comunicación política española» (INFOPOLTNET), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

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