Por Irene Asiaín @irene_asiain Periodista

«No votes. Trump es nuestro hombre. ¿Recortes de impuestos para los ricos? ¡Sí! ¿Cambio climático? Ese es tu problema, yo estaré muerta pronto. Claro, los tiroteos en los colegios son tristes, pero yo no he estado en un colegio en 50 años”. Así comienza uno de los vídeos de la campaña Knock The Vote lanzada en Estados Unidos con motivo de las elecciones legislativas que se celebraron el pasado 6 de noviembre en el país.

La idea pertenece a la organización ACRONYM que, desde su creación en 2017, ha puesto en marcha docenas de proyectos y campañas digitales para movilizar el voto hacia candidatos progresistas.

Los protagonistas del vídeo son personas mayores que durante un minuto se presentan como la cara visible del electorado y asumen que son los que tienen el poder de decisión en el país. “Seguro que no te gusta. Pero no votarás. La gente joven nunca lo hace. Pero yo sí. Midterms, primarias… en cada elección. Nosotros estaremos allí, pero vosotros no. Porque nosotros somos una generación de emprendedores, no de quejicas. Lo estamos haciendo genial”.

El componente principal de esta campaña digital ha sido la psicología inversa unida a un importante protagonismo de la lucha generacional. El objetivo es hacer ver a los jóvenes que las decisiones e iniciativas que toma el actual gobierno son consecuencia de lo que vota el electorado. Trata de concienciar de que cada proceso electoral cuenta y ridiculiza la manera en que los jóvenes se implican en la política utilizando como principal arma la provocación. “Harás algún meme para Instagram. Si hace buen tiempo, quizás puedas ir a alguna de esas pequeñas manifestaciones. Incluso podrías compartir este vídeo en Facebook. Pero no votarás”.

Si bien, aunque se presupone como una estrategia de comunicación política válida, tiene sus riesgos ya que puede provocar justo el efecto contrario del que se persigue. Este tipo de comunicación tiene un impacto real cuando el público objetivo se caracteriza por tener una alta reacción cognitiva, es decir, cuando se trata de personas que reaccionan de manera defensiva y hacen lo contrario de lo que le dicen para reafirmar su propia autonomía.

Ahora bien, ¿por qué tanto énfasis en movilizar el voto joven para unas elecciones de mitad de mandato? La razón podría estar en que, según datos de Pew Reasearch Center, los que acuden en masa a las urnas son los mayores de 54 años, a pesar de que hay muchos más jóvenes que cuando se celebraron las midterms de 2014, donde se registró la participación más baja de la historia electoral de Estados Unidos. Un dato preocupante teniendo en cuenta que estas elecciones pretenden elegir a decenas de representantes para el Senado, la Cámara de Representantes, gobernadores y cientos de puestos estatales y locales, además de que suponen un referéndum al gobierno electo en las primarias.

Hasta el momento, no se ha podido medir el efecto real de esta campaña en la movilización del voto joven. Lo que sí se puede observar es que es una estrategia de comunicación política arriesgada, pero válida que ha elegido el medio idóneo para llegar a su público objetivo: contenido multimedia difundido a través de las redes sociales.

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