Albert Rivera

@Albert Rivera

A la pregunta ¿qué significa la palabra liderazgo? el presidente John Fitzgerald Kennedy respondía que, para él, un líder era aquel que conducía a los demás hacia un lugar donde nunca habían estado antes. El líder inspiraba a las personas y las movilizaba hacia un objetivo común.

El mundo actual se caracteriza por desafíos complejos y cambios vertiginosos. Los escenarios sociales, políticos, económicos o geoestratégicos son cada vez más convulsos e inciertos. Se habla de entornos ‘VUCA’ (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad), de una nueva ‘Sociedad Líquida’, de un cambio de paradigma mundial con la irrupción de la Inteligencia Artificial y, sin embargo, creo que el sentido de liderazgo definido por el presidente Kennedy es uno de los pocos elementos que no ha cambiado a lo largo del tiempo.

En los últimos años he leído y escuchado muchas definiciones de Liderazgo. Pero, personalmente, la que más me gusta es la que sostiene que el liderazgo es la capacidad de sacar la mejor versión de los demás, logrando que cada uno de ellos sepa qué es capaz de hacer y lo haga, trabajando en equipo, inspirando y motivando a los demás hacia un objetivo común. En realidad, nadie se autodefine como líder. El liderazgo se reconoce externamente. Es tu colectivo el que te elige líder, tu sociedad, tu equipo, tus vecinos.

El liderazgo es la capacidad de sacar la mejor versión de los demás, logrando que cada uno de ellos sepa qué es capaz de hacer y lo haga

A partir de esa definición es más fácil valorar los atributos que reconocemos en nuestros líderes. En mi caso, mi trayectoria profesional me ha permitido forjarme una idea bastante completa de las competencias que requiere un buen líder.

Ante todo, un líder debe ser autentico. Un buen líder aprende de otros líderes, pero debe ser capaz de crear su propio estilo, con autenticidad, conociendo sus limitaciones, potenciando sus puntos fuertes. El liderazgo genuino nace desde la propia identidad, desde los principios y valores de la persona y su manera de estar y situarse en el mundo. Es esa coherencia entre lo que eres y lo que proyectas lo que genera la credibilidad y la adhesión de tus seguidores.

Probablemente ese enfoque de interpretación de las cosas desde el principio de realidad es el que conduce al buen líder a ejercer un liderazgo pragmático y centrado en las soluciones, siendo capaz de adaptarse e innovar en un entorno global en constante cambio. El presidente Obama decía que para él “el verdadero líder es aquel que está dispuesto a tomar decisiones difíciles y asumir la responsabilidad de sus acciones, siempre con el bienestar colectivo en mente.” Desafiar el statu quo y buscar nuevas formas de abordar los diversos desafíos emergentes establece la diferencia entre un simple líder y un líder visionario.

Desafiar el statu quo y buscar nuevas formas de abordar los diversos desafíos emergentes establece la diferencia entre un simple líder y un líder visionario

Durante mis años en política, mi mayor aprendizaje fue entender que, para conseguir un sueño, un objetivo muy grande y difícil, lo único que no está permitido es no intentarlo, no bajar a la arena. No se consigue nada grande con una mentalidad pequeña. Puedes lograrlo o no, pero como dijo el presidente Roosevelt en su discurso en La Sorbona, “si fracasas, al menos lo haces habiéndote atrevido, de modo que tu lugar nunca estará con las almas frías y tímidas que no conocen ni la derrota ni la victoria”.

Otro de los grandes aprendizajes que tuve presente desde mis inicios en la vida pública y que debería ser una de las grandes lecciones de esta época de enfrentamiento y polarización, es el coste de oportunidad que asumimos al establecer posiciones revanchistas, en vez de establecer vínculos de colaboración y conexión entre distintas visiones y buscar un objetivo o un bien común.

Para ello, la capacidad de escuchar las necesidades y visiones de los demás es esencial. El verdadero líder debe ser capaz de entender y conectar con las preocupaciones y aspiraciones de las personas a las que representa. Debe desarrollar un liderazgo empático e inclusivo, abierto al diálogo y a la generación de ideas.

El verdadero líder debe ser capaz de entender y conectar con las preocupaciones y aspiraciones de las personas a las que representa

Pero, de nada serviría ese ejercicio de transparencia y canalización si el líder no es percibido como un individuo íntegro, coherente, generador de confianza y seguridad. La integridad y la coherencia, junto con la capacidad de generar esperanza, son hoy en día, más que nunca, atributos esenciales para el reconocimiento de un líder como tal y están íntimamente ligados a su autenticidad.

Por otra parte, si nos referimos a capacidades, hay tres elementos fundamentales que deben dominar los grandes líderes: la reflexión, la toma de decisión y la acción. El líder debe de tener una visión clara de hacia dónde se dirige, pero sin el factor ético estos principios se quedan sin efectividad real. El verdadero liderazgo no es solo actuar en momentos de comodidad, sino hacerlo con integridad ante la adversidad. El verdadero líder debe dar siempre la cara.

Finalmente, pero no por obvio menos importante, está la comunicación eficaz. Por mucho que un líder destaque en los ámbitos descritos anteriormente, si no es capaz de comunicar eficazmente y con empatía su mensaje, este no llegará al público objetivo y su acción no será efectiva.

La capacidad de inspirar requiere saber comunicar. Para poder convencer tienes que saber comunicar. Para gestionar un equipo tienes que saber comunicar. En definitiva, es imprescindible saber comunicar para los tuyos y para los demás. En el contexto actual, la comunicación adquiere una preminencia como habilidad social fundamental dado que vivimos en un mundo conectado, en un mundo global en el que estamos todo el día comunicando.

La capacidad de inspirar requiere saber comunicar. Es imprescindible saber comunicar para los tuyos y para los demás.

Para concluir, y respondiendo a la pregunta inicial sobre qué es el liderazgo, diría que hay muchos atributos que caracterizan a los buenos líderes, pero no todos son concurrentes. Algunos de esos atributos son la capacidad de innovar, el don de inspirar a los demás, la habilidad para comunicarse y entender a los que piensan de manera distinta, la capacidad para detectar el talento ajeno y descubrir nuevos líderes, la empatía o la capacidad de aprender, entre otros. No olvidemos que nuestro mayor poder como individuos radica en nuestra capacidad para transformar el mundo en el que vivimos.

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