Entrevista a Philippe Maarek, profesor de Comunicación Política en la Université Paris-Est Créteil (UPEC).

El profesor Philippe J. Maarek es una referencia académica en la Comunicación Política internacional. Autor de libros considerados clásicos en la disciplina y traducidos a distintos idiomas como Marketing político y comunicación (Paidós) o Campaign Communication and Political Marketing (Wiley-Blackwell). Ha sido presidente de las secciones de comunicación política de la IAMCR (The International Association for Media and Communication Research) y la IPSA (International Political Science Association). Es miembro del consejo editorial de numerosas revistas científicas entre las que destacan The European Journal of Communication, International Journal of Press/Politics, The Journal of Political Marketing o Communicazione Politica. Le entrevistamos para El Molinillo de ACOP con motivo de la publicación de su último libro sobre las elecciones francesas de 2012 y la cuarta edición de Communication et marketing de l’homme politique (ed. LexisNexis).

Por Marta Rebolledo

El libro que acaba de publicar, Présidentielle 2012: une communication politique bien singulière (ed. L’Harmattan), analiza las últimas elecciones presidenciales en Francia. ¿Qué aspectos convirtieron esas elecciones en una campaña peculiar?

Las circunstancias de la elección fueron estructural y coyunturalmente especiales. Estructuralmente, porque desde un punto de vista institucional, se trataba de la primera campaña electoral desde la reforma constitucional de principios de siglo (que reducía el mandato presidencial a cinco años), en la que un presidente saliente, en el marco de este ‘nuevo’ mandato, aspiraba a ser reelegido de forma consecutiva. Porque recordemos que Jacques Chirac, el antecesor de Nicolas Sarkozy, tuvo un primer mandato a la “antigua”, esto es, de siete años. Como este mandato reducido da implícitamente más poder al Presidente, la estrategia de Sarkozy consistió en defender su balance de mandato de manera más intensa que sus antecesores.

El aspecto coyuntural estaba en función de la personalidad de Sarkozy. La exposición pública que había hecho de su familia, su divorcio, después su nuevo matrimonio con la célebre modelo Carla Bruni, eran hechos singulares, que llevaron a personalizar la campaña de una forma nunca vista en Francia. François Hollande aprovechó estos dos factores y se presentó como aquél que puede vencer al presidente saliente, retando al ba­lance de su mandato y su personalidad.

El ejecutivo de François Hollande lleva ya un año y medio en el poder. ¿Qué balance haría de su comunicación y la de su gobierno?

La comunicación de François Hollande tiene que enfrentarse a un doble problema. Por un lado de carácter político: queda claro que ha subestimado el nivel de la crisis económica. Además, al hacer caso omiso de todo lo relacionado con el legado de Nicolas Sarkozy, en realidad, lo que ha hecho ha sido retrasar la puesta en marcha de posibles remedios para la crisis, que su antecesor ya había empezado a implantar. De este modo, por ejemplo, nada más llegar al poder, Hollande suprimió la subida del IVA prevista por Sarkozy (bajo el nombre de «IVA social»), para finalmente restablecerla (sin su nombre inicial) a princi­pios de 2014. Del mismo modo, ha esperado cerca de dos años para reducir los costes a las empresas. Estas vacilaciones han hecho que su comunicación sea extremadamente difícil. Si la política no es coherente, una política confusa y dudosa, ¡resulta muy difícil a la hora de comunicar!

Por otro lado, desde un punto de vista personal, François Hollande contradijo inmediatamente la imagen y la estrategia que tomó durante la campaña electoral y que fue precisamente lo que le valió la victoria frente a Sarkozy: la de ser un presidente normal, cercano al pueblo.

¿Se refiere a su affaire con la actriz Julie Gayet recientemente desvelado por la prensa?

Ya viene de antes. Su compañera sentimental, Valérie Trierweiler, destrozó rápidamente la imagen de normalidad que Hollande quería proyectar al mostrar públicamente su oposición a la candidatura de Ségolène Royal, la madre de los hijos del presidente. Fue muy polémico el ataque de Trierweiler a Royal mediante un tweet durante las eleccio­nes legislativas, apenas un mes después de la elección de François Hollande.

Ahora, un año después, Hollande mismo ha contribuido a manchar su comunicación por su conducta personal, al creer que podían pasar desapercibidas las visitas regulares –sin duda amorosas- a una conocida actriz de cine, 18 años más joven que él. Su revelación ha sido tan brutal en la prensa «people» que Valérie Trierweiler se ha sumido en una depresión que le llevó a estar ingresada en el hospital durante varios días. Estos episodios han supuesto un verdadero vodevil público, lejos de la normalidad que Hollande había prometido así como de la estatura y figura de un Presidente de la República, tal y como la conciben los franceses.

En la campaña se percibieron notables diferencias entre las estrategias de los dos principales partidos políticos y, especialmente, en el propio carácter de los candidatos. ¿Qué diferencias se han percibido en la comunicación el ejecutivo liderado por François Hollande con el anterior de Sarkozy?

El mandato de François Hollande no ha terminado todavía, pero parece que en el fondo, su manera personal de gestionar la política del Estado y de involucrarse de manera tan directa en la mayoría de las decisiones y accio­nes gubernamentales, se parece mucho a la de su antecesor. La institución, la fuerza política de la elección presidencial, el mandato reducido hacen que se deje llevar y a predeterminar, de algún modo, el marco de funcionamiento de los sucesivos presidentes franceses.

El partido de extrema derecha Front National (Frente Nacional) tiene cada vez más adeptos entre los franceses; aunque el auge de la extrema derecha no cons­tituye un caso excepcional francés, sino que se produce también en otros países europeos como Grecia o Bélgica. ¿Qué repercusión puede tener este fenómeno en las próximas elecciones europeas?

Está claro que los electores, tanto los france­ses como los de otros países de la Unión Europea, siguen sin percibir los intereses que están en juego en la elección al Parlamento Europeo; no son conscientes de la importancia y relevan­cia que supone la elección al Parlamento Europeo. Los ciudadanos van ejercer su voto principalmente como una manera de notificar sus desacuerdos con sus respectivos gobiernos y su desconfianza hacia los partidos políticos que detentan el poder en sus países. Los partidos no representados en el Gobierno obtienen, de este modo, mejores resultados que en otro tipo de elecciones, ya que los electores no le dan importancia a los retos europeos. En este sentido, los partidos con planteamientos más radicales quizá puedan tener mejores resultados que eleccio­nes locales o nacionales.

En las próximas elecciones europeas los ciudadanos conocerán los candidatos propuestos por los partidos políticos para la presidencia de la Comisión Europea. ¿Cómo puede influir este hecho en la comunicación y estrategia de los partidos?, y ¿con respecto a la participación electoral?

De la misma manera, no es evidente que esta elección sea percibida por los electores de base y que les influya realmente. No creo que estas novedades institucionales afecten a las estrategias de los partidos, ni movilicen al electorado de forma especial aumentando la participación. Las elecciones europeas, en mayor o menor medida según el país, se seguirán interpretando en clave nacional.

Sin embargo, la crisis económica ha otorgado un mayor protagonismo mediático y en la toma de decisiones a la Unión Europea. ¿Este hecho junto a la presentación de unos candidatos concretos para presidir la comisión no cree que permitirá que durante la campaña se traten temas de carácter europeo, a diferencia de las elecciones anteriores de 2009 donde los temas de campaña se centraron en la política interior de cada país miembro?

Las decisiones tomadas en Bruselas no son por lo general valoradas ni percibidas por los electores, a pesar de ser evocadas, si no es por la interpretación que los partidos de nivel nacionales hacen de ellas o en todo caso los medios nacionales. Esto no debería de ser, por tanto, un factor determinante, aunque sí supone un detrimento para la lógica de esta elección. Claro está que esto sigue constituyendo una paradoja hasta hoy de la elección al Parlamento Europeo.

El uso de las nuevas tecnologías está cada vez más presente en el día a día de los agentes políticos, sobre todo en períodos electorales. ¿Tendrán un protagonismo más destacable en estas elecciones europeas?

Resulta evidente que las nuevas tecnologías tienen cada vez más cabida en las campañas electorales de en año en año. Los partidos y candidatos utilizarán de manera más sistemática estas herramientas. Sin embargo, por las mismas razones, no es seguro que todos los partidos políticos europeos vayan a esforzarse en todos los países para hacer una campaña a todos los niveles. No creo que veamos novedades significativas en este campo. Y es que, a veces, los mismos partidos, en muchos países de la Unión Europea, llegan a considerar estas elecciones como unas eleccio­nes de segundo rango. El hecho de que la mayoría de los líderes políticos europeos, los jefes de los grandes partidos, no tengan escaño en el Parlamento Europeo y sí en los respectivos parlamentos nacionales lo demuestra.

 

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