Aldo de Santis @aldodesantis

Consultor político

Hablar de Silvio Berlusconi es hablar de la era moderna de la política italiana. Y decimos moderna para referirnos al cambio que se generó después de la caída de los dos grandes partidos tradicionales italianos: el partido socialista y la Democracia Cristiana, ante una grave crisis de corrupción y debilitamiento del sistema, todo esto a mitad de los años 90.

Pero la historia de Berlusconi comienza mucho antes de esto. Sus inicios en la vida pública no fueron a través de la política, pues antes de eso fue todo un showman, un encantador de serpientes tanto en la esfera del “jet set” milanés, pasando de emporios inmobiliarios a dueño de medios de comunicación, constructor de un conglomerado empresarial gigantesco y en especial, el arquitecto del poder mediático privado más grande que ha visto Italia, y muy probablemente, Europa.

El mito y el hombre

Para conocer al mito, debemos conocer al hombre. Podríamos centrarnos a partir de este momento en sus escándalos sexuales, sus fiestas “bunga bunga”, sus muchas cirugías plásticas, sus vergonzosas amistades con dictadores, o la infinita cantidad de procesos judiciales en los que ha estado envuelto, y todo eso sería una muy pequeña parte de quién realmente fue. Es cierto que hablar de Berlusconi es hablar de corrupción, leyes hechas a medida, incoherencia democrática y mucho más, pero no podemos obviar el hecho que ha sido la persona que más tiempo ha pasado en el Palacio de Chigi, sede del ejecutivo italiano, con la asombrosa cantidad, nada más y nada menos que, tres mil trescientos treinta y nueve (3339) días, más que ningún otro premier. En un país como Italia, donde el promedio combinado de todos los presidentes del Consejo de Ministros (nombre oficial del Primer Ministro en Italia), supone apenas dos años y medio, Don Silvio logró permanecer más de nueve años, ganando tres veces las elecciones. Nada mal para ser una figura que a lo largo de su vida acumuló centenares de miradas por vergüenza o por reproche, y no solo en Italia, sino en la comunidad internacional.

Berlusconi nació en una familia de clase media, y desde joven demostró enormes capacidades sociales, siendo carismático y desenvuelto, de hecho, sus inicios fueron como cantante, amenizando cruceros y fiestas en Milán.  Gracias a los contactos que fue acumulando en estos días, y con fondos que ampliamente han sido investigados por la fiscalía italiana por ser de dudosa procedencia, Berlusconi promovió un gigantesco proyecto inmobiliario de cuatro mil viviendas y comercios a las afueras de la ciudad, llamado Milano Due. Esta megapromoción fue un rotundo éxito económico y le permitió iniciar su camino en donde realmente tenía interés, los medios de comunicación.

Influir y construir: El arquitecto de los medios

El protagonista de esta historia estudió Derecho en la universidad y enfocó su mirada rápidamente en espacios de i­nfluencia, incluso su tesis, summa cum laude, fue sobre los aspectos jurídicos de la publicidad y los medios de comunicación, dejándonos claro desde temprano cual era uno de sus objetivos. Para logarlo, tenía que enfrentarse a un monstruo que parecía invencible, la televisión pública italiana. Hasta los años 80´s, la televisión en Italia y en la mayoría de los países europeos era exclusivamente pública, por lo que ninguna empresa privada tenía la capacidad de constituir un canal. Era un monopolio público con grandes ingresos económicos, especialmente por todo lo relacionado a la publicidad, algo demasiado apetecible para un ser ambicioso de dinero y poder. Recordemos que existía una limitación en la cantidad de canales, todo esto por lo que se conoce como el “espectro radioeléctrico”, pero esto cambio con la tecnología llamada “televisión por cable”.  Los tribunales en Italia habían accedido a mediados de los 70´s a la existencia de canales de cable con tal de que fuesen limitados a cada ciudad, por lo que Berlusconi fundó Telemilano, pero al poco tiempo comenzó con la compra de otras televisoras locales como Roma TV, Tele Torino, Video Véneto, es decir, logró hacerse con casi todos los canales locales relevantes a lo largo y ancho de Italia. Como era de esperarse, utilizó todos los recursos disponibles para influir en los políticos de ese momento, y es como en 1981 logra que se reforme la ley para la creación de su primera gran marca y televisión nacional: CANAL 5. Como ya nos estamos enterando, Berlusconi comenzó a demostrar ya en estos tiempos que era de temer, logrando vencer un gigante como la televisión pública, eso sí, desde adentro, con aliados en el partido socialista italiano, partido al que pocos años después, atacaría con vehemencia.

A partir de aquí comenzó una competición con la televisión pública para contratar a los talentos más importantes de toda Italia, enfocándose en los p­rogramas de concursos y de i­nfo-­ e­ntretenimiento, comprando las series más importantes de los Estados Unidos y sin reparar en ningún tipo de gasto, convirtiendo a CANAL 5 en el medio más visto por los italianos, llegando a tener casi la mitad de la cuota de pantalla de todo el país.  Berlusconi no se detuvo allí, por lo que a finales de 1980 y principios de los años 90 comenzó a comprar acciones de muchas de las televisoras privadas en toda Europa, especialmente en Francia y en España, y con esto el nacimiento del emporio que aún hoy es MEDIASET. Algunos pueden decir que a partir de aquí comenzó el declive de la calidad en la televisión, el nacimiento de la llamada “telebasura” o cualquiera de sus sinónimos, pero lo que no podemos negar es que esto fue un antes y un después en el modelo de entretenimiento televisivo, y para bien o para mal, esto se lo debemos.

No podemos obviar un hecho también muy significativo para su futuro y quizás siendo un absoluto visionario, Berlusconi logró la adquisición del club de fútbol AC Milán, uno de los más queridos y relevantes de Italia. Inmediatamente se nombró presidente del Club y se inmiscuyó en todos los asuntos deportivos, contratando directamente a muchos de los jugadores más importantes de la época, apareciendo ahora también en portadas y revistas deportivas por toda Europa, no solo como empresario y magnate de los medios, sino como gestor de una máquina ganadora en toda Europa como lo fue el AC MILÁN. No había espacio amado por un italiano donde no estuviese de alguna forma, Don Silvio Berlusconi.

Un nuevo nicho de mercado: La Política

Sesenta y nueve (69) gobiernos ha tenido Italia desde la segunda Guerra Mundial, 69 gobiernos en 76 años, toda una muestra de la volatilidad institucional que siempre ha existido en la Repubblica.  Para muchos es innegable que los italianos son verdaderos maestros en muchísimas cosas: gastronomía, arquitectura, moda, pintura, ópera, vinos y mucho más, pero algo de lo que podemos estar todos seguros es que son los mejores para gobernar en crisis, o como se comenta sobre Italia: “se gobierna en crisis permanente”.

Berlusconi tenía esto muy claro, y una vez conquistado el espacio mediático, emprendió la marcha al nuevo nicho de mercado que evidenció: la política. A principios de los años 90 esa crisis permanente de la que se habla se había d­esbordado, y los casos de corrupción acabaron con la confianza de los electores en los dos grandes partidos políticos que se habían dividido el poder hasta la fecha, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana.

Il Cavaliere decidió aprovechar todo lo que podía hacer con sus medios de comunicación, con su conocimiento sobre marketing e incluso con su equipo de fútbol, mezclar todos estos conceptos y darle nacimiento a una agrupación política cuyo nombre, evoca los más profundos sentimientos desde Lombardía hasta Sicilia: FORZA ITALIA.  Así nace su partido, como el canto de guerra que usa todo italiano para apoyar a la selección Azzurra, uno de los baluartes nacionales, porque es bien sabid­o por todo italiano, y eso incluía a Don Silvio, que en Italia hay tres amores: la pasta, la mamma y el fútbol.

La política en Italia viene con destellos de realismo mágico, pues incluye conspiraciones, logias masónicas e influencia mafiosa, probablemente este último punto sea el más consecuente de todos, pero no descartamos ninguno de los tres. Tampoco lo descartó Berlusconi, pues su nombre históricamente ha sido asociado a la Logia P2, el nacimiento de su emporio económico a sus contactos con la mafia y su crecimiento en los medios justo antes de la crisis de partidos de 1993 es lo más parecido a una conspiración en ciertos círculos de poder, y esto si non é vero, é ben trovato.

Desde 1994 y hasta este propio año 2023, Berlusconi ha sido parte de la política italiana. Ganó en su primera aventura política hace casi 30 años, aunque incluso para él, la política italiana fue compleja, por lo que no duró ni siquiera un año en el cargo, teniendo que dimitir. Pero que nadie desespere, pasaron los años de aciertos y errores de otros y volvió a la carga, esta vez en el año 2001 y esta vez si que supo como hacerlo, permaneció toda la legislatura hasta el año 2006.

A partir de aquí quisiéramos destacar sus grandes logros en distintas materias, pero contra todo pronóstico, quien fuera un as en los negocios, un titán en el mundo de los medios de comunicación y un candidato con el mayor carisma de la historia italiana, como Primer Ministro solo pudo gestionar las infinitas contingencias de sus propias actuaciones, incluyendo leyes a su medida para beneficiarse económicamente, reformas al sistema para aumentar su nivel de influencia y decenas de denuncias por su inadecuado comportamiento.

Aun así, su fin estaba lejos, y luego de salir del cargo en 2006, vuelve por una tercera vez en 2008 y hasta 2011, donde finalmente cierra su etapa acorralado por varios casos judiciales y una importante crisis económica en el país, no sin antes consolidar su posición como la persona que más tiempo ha ocupado el cargo de mayor poder en Italia desde que se puede llamar República.

La siguiente etapa: Condenas, absoluciones e influencia

A partir de su salida como Primer Ministro, comienza una etapa de condenas consecutivas, siendo las más relevantes las siguientes:

El 26 de octubre de 2012 fue condenado a cuatro años de prisión por el Tribunal Penal de Milán, c­ulpable de un delito de fraude fiscal en el llamado caso Mediaset.

El 7 de marzo de 2013, un tribunal de Milán le condenó a un año de cárcel por el llamado caso Unipol, la publicación de manera ilícita de escuchas telefónicas en el diario Il Giornale, propiedad de su hermano Paolo.

El 24 de junio de 2013, y cuando tenía ya 76 años, fue condenado a siete años de cárcel e inhabilitación perpetua por los delitos de inducción a la prostitución de menores y abuso de poder en el llamado caso Ruby. Luego, en septiembre de 2013, fue condenado a cuatro años de cárcel por el Tribunal de Casación italiano -la máxima instancia judicial- por fraude fiscal en el ‘caso Mediaset’.

Posterior a esto, el 27 de noviembre de 2013 el senado de la República votó a favor de su destitución como Senador. Berlusconi había dejado de ser parlamentario tras casi veinte años de presencia ininterrumpida, entre las dos cámaras, desde abril de 1994 a noviembre de 2013.

En mayo de 2018 un tribunal de Milán aceptó un recurso para dejar sin efectos civiles el fallo, y comenzó nuevamente el camino que en 2019 lo convirtió en eurodiputado. De nuevo, Berlusconi ostentaba un cargo de influencia, aunque lejos de su mejor momento político, fue un relanzamiento de su imagen y de su partido, Forza Italia.

Con ochenta y cinco (85) años, decidió de nuevo salir al ruedo político, dirigiendo a su partido, como socio minoritario, en una coalición de gobierno con Mateo Salvini y especialmente, con Georgia Meloni, ex miembro de su partido, convertida en ese momento en la voz de la derecha italiana, y para la sorpresa de pocos, su olfato estaba intacto, y la coalición salió triunfadora. Berlusconi volvió a un puesto en el Senado y posicionó a varios importantes miembros de su partido en el gabinete de la nueva premier.

Ese fue su último conejo en la chistera, a sus ochenta y seis años se despide, pero siempre estará presente en la historia de Italia, en ese tono de héroe (“Gracias a Dios tenemos a Silvio”, decía un himno del partido), y ese héroe o maestro, aún sigue teniendo sus discípulos.

Muchas palabras lo describen: Caballero, magnate, corrupto, sombrío, mafioso, peligroso, astuto, brillante, opaco, pero por sobre todas esas, destacará siempre: influyente.

Como despedida de este hombre lleno de luces y sombras, la actual Presidenta del Consejo de Ministros, Giorgia Meloni, elogió en un vídeo el “coraje” y “determinación” de su aliado; y lo consideró “uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia”, y en esto no podemos evitar coincidir con ella. El fin de una era.

Referencias:

1.https://www.nytimes.com/es/2023/06/12/espanol/silvio-berlusconi-obituario.html

2. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-65877561

3. https://www.repubblica.it/dossier/politica/silvio-berlusconi-storia-1936-2023/

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