Por Carlos Portolés, @carlos_portoles, escritor freelance y estudiante de periodismo

Con la llegada del nuevo siglo y la universalización de Internet, las estrategias de comunicación política se reinventan a velocidades sin precedentes para adaptarse a las nuevas formas de obtención de información. La batalla que ayer se libraba en los televisores, hoy se libra en las redes sociales. Además de ser una herramienta de conexión entre grupos e individuos, estas (relativamente) nuevas plataformas permiten emitir un mensaje efectivo, directo y simplificado a un gran número de personas a un coste extremadamente bajo. Las circunstancias son excepcionalmente propicias para la proliferación de canales de comunicación política independientes y altamente ideologizados.

Una de las primeras manifestaciones de este fenómeno comunicativo fue el portal conservador PragerU. Este grupo, financiado principalmente a través de donaciones de particulares o de lobbies afines, es famoso por sus contenidos multimedia. Usando un lenguaje coloquial, un tono pedagógico y un mensaje político lubricado por ilustraciones esquemáticas que facilitan la comprensión, este portal suma ya 2,8 millones de suscripciones en YouTube.

Sus contenidos tienen la misión de abrir nuevos debates en todos los frentes para aportar perspectivas conservadoras que puedan ser gradualmente aceptadas por el grueso de la población. En definitiva, elaborar un discurso que favorezca el establecimiento de estas ideas, hoy consideradas radicales, en el terreno del mainstream. New York Times definió PragerU como ‘Puntos de vista derechistas para la Generación Z’ y es que el portal es extremadamente popular entre determinados círculos de la juventud estadounidense. De hecho, la clave del éxito de PragerU radica en que han conseguido fidelizar a sectores del público que no se autodefinen necesariamente como conservadores o derechistas, ya que los contenidos que difunden tienen una carga ideológica fuerte pero escalonada.

La estructura gradual en la que se presenta el mensaje es resultado de un hábil y engañoso barniz de fingida objetividad, que introduce ideas subjetivas bajo una apariencia informativa. Este estilo comunicativo ha provocado que YouTube haya eliminado algunos de sus vídeos más polémicos por divulgar informaciones no veraces.

Pero el lanzamiento de este tipo de iniciativas no es algo circunscrito exclusivamente a la derecha. La reacción izquierdista al creciente éxito de PragerU se materializó con el surgimiento del Gravel Institute. Esta plataforma de corte radicalmente progresista toma su nombre del ex senador por Alaska Mike Gravel, que es un icono casi folclórico para la izquierda radical estadounidense. A pesar de que el recorrido vital de la asociación progresista es mucho más corto, parece claro que su objetivo fundacional es paliar la influencia de PragerU en el debate político y disputar espacios en redes sociales para construir un relato propio. Si bien las cifras conseguidas por la emergente plataforma progresista distan todavía mucho de las del espacio sólidamente instaurado por los conservadores, el Gravel Institute ya cuenta con 256.000 seguidores en Twitter y 89.000 suscripciones en YouTube.

En el plano estético las técnicas comunicativas empleadas por este portal se asemejan mucho a las antes mencionadas de PragerU. Sin embargo, las diferencias fundamentales entre las dos plataformas se encuentran en la semántica twitera. Mientras PragerU ha optado tradicionalmente por emplear en Twitter una nomenclatura entendible pero formal, el Gravel Institute hace habitual gala de un tono mucho más disruptivo y ácido, apelando desde el humor a lugares comunes de la cultura popular y el imaginario colectivo de la juventud estadounidense para transmitir su mensaje, cayendo en ocasiones en la provocación deliberada.

Otra diferencia fundamental entre ambos grupos es su posición respecto al partidismo. Mientras que PragerU está estrecha e ideológicamente relacionado con el Partido Republicano, el Gravel Institute ha hecho gala de un vívido rechazo por el Partido Demócrata en numerosas ocasiones, ya que uno de los ejes ideológicos de esta plataforma izquierdista es el profundo cuestionamiento del sistema bipartidista.

Se está librando una encarnizada batalla política en cada rincón de los canales de comunicación modernos. Una confrontación de discursos y de ideas que permea, cada vez más, hacia la sociedad civil.

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