POLÍTICA, TALENTO Y FORMACIÓN

Equipo de la Institución Educativa ALEPH, @ALEPH_InstEdu

¿Los mejores profesionales se plantean la política como una opción laboral? La atracción y la retención del talento son axiomas en la gestión corporativa; las empresas tienen claro que un trabajador talentoso y además comprometido aporta un valor capaz de traducirse en un factor competitivo diferencial o en una fuente de ideas lucrativa. Sin embargo, ¿la política es capaz de competir con el ámbito corporativo en atraer y retener el talento? ¿Los mejores profesionales estarían dispuestos a involucrarse en un partido o en un movimiento político en lugar de en una multinacional?

Aunque podrían analizarse numerosos aspectos, como el económico, existen dos elementos fundamentales que ahuyentan a los profesionales con talento de la política:

Por un lado, la exposición y el escrutinio público, especialmente en esta era de las redes sociales. Un profesional corporativo puede cometer un error importante e incluso ser despedido por ello; sin embargo, solo en casos excepcionales se verá expuesto públicamente. Muy pocas personas están preparadas para recibir críticas a través de los medios, de las redes sociales o incluso de los encuentros personales, como puede ocurrirle a un alcalde en cualquier situación cotidiana. Además, esta exposición no solo implica un impacto personal, sino también familiar; una vez, una hija de un expresidente de gobierno nos dijo: “Para estar en política hay que tener mucho estómago”.

Por otro lado, los profesionales con talento desean vincularse a empresas con buena reputación y posicionamiento, pero los partidos son organizaciones denostadas; según el Latinobarómetro de 2020, el 86,4 % de ciudadanos latinoamericanos siente poca o ninguna confianza hacia los partidos políticos, caso similar al de España donde los partidos políticos son la institución con menor valoración (3,7 / 10), solamente superando a los sindicatos, pero por debajo de la confianza en los medios de comunicación, el Parlamento, la Justicia y el Gobierno (CIS, 2022). Además, existe un factor diferenciador en política: la lealtad se impone a la capacidad. En la inmensa mayoría de los casos, los cargos políticos se escogen por lealtad o por confianza y no tanto por capacidad, aunque, obviamente, en muchos casos lealtad y capacidad coinciden en una misma persona. Sin duda, en la política hay talento, pero no existe una estrategia proactiva por parte de los partidos políticos para atraer y retener talento.

¿Quién quiere adentrarse en una actividad en la que puede ser carne de meme, en la que tu familia se pueda ver comprometida públicamente y en la que además apenas cuentas con opciones de ganar prestigio? La opinión pública suele culpar a los políticos de la imagen de la política, pero, en realidad, toda la sociedad empujamos a esta disciplina a la trituradora. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a involucrarnos para intentar construir una política diferente? Si el talento huye de la política, debemos preguntarnos como sociedad qué estamos haciendo mal. Si deseamo­s la supervivencia y el desarrollo de lo público y de la democracia, deberíamos aspirar a que los mejores se dediquen, aunque sea temporalmente, a la política.

Los partidos deben liderar el cambio para mejorar su propia reputación y la de la política en general. En este sentido, la mayor herramienta de transformación del ser humano es la educación. Los partidos políticos deben apostar por la formación, pero no por cursos puntuales a menudo limitados a temática electoral y concentrados en las inmediaciones de los comicios, sino por una escuela de formación de amplio espectro, con actividades estructuradas y extendidas a largo plazo y con una metodología práctica que favorezca la implicación del alumno y facilite la aplicación inmediata de los aprendizajes a la realidad. Una escuela capaz de generar un círculo virtuoso: preparar mejor a los que ya están en política para que aporten más valor a la sociedad; en segundo lugar, que este progreso redunde en beneficio de la reputación de la política y, en tercer lugar, que así más profesionales se sientan motivados a involucrarse en ella.

Desde la Institución Educativa de Análisis, Liderazgo, Estudios Políticos y Humanismo (ALEPH) proponemos que esta Escuela debe estar compuesta por cuatro pilares:

1. Pensamiento y ética

Aterrizar las nuevas corrientes de filosofía política a la realidad diaria del partido político para recuperar el pulso del sistema político. Los partidos deben plantearse cómo afrontar la triple crisis de la que habla Ignacio Ramonet: la crisis de la verdad, la crisis de la información y la crisis de la democracia. ¿Cómo actuar ante la posverdad? ¿Cómo encarar el brutal impacto de la inteligencia artificial? ¿Cómo afrontar los hiperliderazgos que amenazan la institucionalización democrática? Para afrontar estos colosales retos no basta el marketing político de destellos vacíos, las respuestas deben emanar desde el pensamiento más profundo. Por ejemplo, el filósofo alemán Markus Gabriel, uno de los principales representantes del Nuevo Realismo, nos propone respuestas desafiantes en su libro Ética para tiempos oscuros:

– Existen hechos morales que son independientes de las opiniones personales y colectivas; su existencia es objetiva.

– Estos hechos morales son una guía de actuación. Son evidentes, pero en tiempos oscuros quedan ocultos por efecto de la ideología, la propaganda, la manipulación y algunos mecanismos psicológicos.

– Los hechos morales son universales, no depende de la cultura, la opinión política, la religión o de cualquier otra cuestión.

Por supuesto, la Escuela también debe abordar la ética, con especial incidencia en la lucha contra la corrupción. Impregnar la gestión de valores y ayudar a tomar conciencia del impacto de las decisiones.

2. Campaña electoral

Los partidos quieren ganar las elecciones porque están convencidos de que su gestión de gobierno es la más adecuada para los intereses del país, por lo que ganar las elecciones se convierte en algo imprescindible. Sin triunfo electoral no hay nada. Por ello, la formación vinculada a campaña electoral es vital y debe contribuir a la profesionalización de las campañas (aunque la Escuela nunca puede circunscribirse solo a este tema):

En un primer paso, los partidos políticos tienen la obligación de conseguir que su maquinaria de investigación y diagnóstico de la sociedad esté implantada de forma profesional y que sobreviva a los liderazgos temporales, llegando a segmentar un país desde el nivel estatal al regional (comunidades autónomas, departamentos, prefecturas, etc., según el país) y al municipal (ampliando dicha segmentación por zonas o barrios). Es necesario que las organizaciones políticas conozcan las necesidades y problemas de su sociedad, de manera periódica y con las herramientas necesarias, por lo que hay que capacitar a los cuadros responsables para lograrlo.

En un segundo paso, con la investigación profesionalizada, las estructuras tienen que saber planificar estratégicamente, con personal cualificado en cada territorio. Leer encuestas, interpretar datos y sacar conclusiones para guiar el camino de la elección no puede hacerse “como siempre” o “porque yo lo sé y conozco a mi pueblo”, tiene que hacerse bajo un criterio profesional de consultoría política a cargo de perfiles específicos. La estrategia electoral puede y debe contar con asesoramiento externo, pero los partidos deben tener sus propios equipos cualificados en todos los territorios.

Y en un tercer paso, la comunicación de la campaña. Aquí es donde parece que menos falta puede hacer la profesionalización, porque todo el mundo diseña eslóganes, carteles, campañas de redes sociales y gestionan su trabajo con la prensa. Pero, la realidad demuestra que hay un gran margen de mejora, porque lo verdaderamente importante no es comunicar, es saber lo que debemos decir, a quién se lo tenemos que contar, y de qué manera nos van a recordar en positivo dentro de nuestra estrategia de campaña. Lo importante no es comunicar mucho, es comunicar de forma persuasiva con efectividad, y esa diferencia se establece con profesionales preparados y entrenados en los retos y desafíos de la sociedad actual. Es decir, hay que estar formado para diseñar narrativas electorales, construir mensajes de campaña y ser capaz de transmitirlos por los distintos canales para llegar a nuestro público objetivo de forma estratégica.

3. Habilidades blandas: liderazgo político, competencias de gestión y comunicación

Dirigir partidos políticos no es lo mismo que liderarlos. La diferencia está en lo que eres capaz de hacer sentir a la gente desde la dirección, por lo que no vale con gestionar de forma eficaz, hay que demostrar que se está haciendo de forma eficaz. De este modo, hay que seguir priorizando la gestión, pero no podemos obviar la comunicación, por lo que el concepto al que deben aspirar las estructuras es ‘gestionar comunicando’. A nivel externo, con la ciudadanía, y a nivel interno, con los miembros del equipo.

Los partidos políticos son estructuras de recursos humanos, por lo que el liderazgo debe estar preparado para los nuevos retos y desafíos. Deben estar más capacitados para liderar equipos y asumir las responsabilidades, de eso dependerá su éxito o su fracaso. Así, la pregunta en este caso es: ¿están capacitados los liderazgos de los partidos de forma profesional? Se requieren habilidades de gestión política, pero también a nivel institucional, internacional en algunos casos, legal, económica, protocolaria, etc. Pero, especialmente en la época en la que vivimos, habilidades de comunicación.

Los liderazgos tienen que saber comunicar de forma personal, en clave de oratoria (discursos y debates), a través de los medios de comunicación (media training) y de las redes sociales para implementar su marca. La gente tiene que conocer quién eres, qué defiendes y cuáles son tus valores. Y deben recordarlo.

Lo mismo sucede a nivel interno de partido, donde las presidencias siempre tienen opositores y muy habitualmente se generan ambientes hostiles. Hay que saber enfrentarse a esas situaciones, a las crisis, y es imprescindible el dominio técnico de las herramientas para diseñar equipos de trabajo cualificados que desarrollen el proyecto político de fondo que mejorará la vida de las personas y permitirá que se ganen elecciones.

No se pueden seguir gestionando los partidos políticos como o­rganizaciones del siglo XX, con medios del siglo XX y con mentalidad del siglo XX. Hay que liderarlos basándose en la influencia, a la creación de una estructura moderna, con perfiles profesionalizados y en base a un plan estratégico que no se olvide del medio y largo plazo. Y para garantizar su éxito, además, debe comunicarse con efectividad, por lo que el departamento de Comunicación debe estar integrado en el centro de la toma de decisiones políticas. Pero no por cuestiones propagandísticas, sino por hacerlo en base al concepto de ‘gestionar comunicando’. Un concepto actual, de pleno siglo XXI, para hacer buena la frase de John Quincy Adams en la época de las primeras democracias, en la que afirmaba: “si tus acciones inspiran a los demás a soñar, aprender y hacer más; eres un líder”.

4. Gestión de Gobierno

“La tecnología no es política neutral. La decisión de cómo se utiliza y para quién se utiliza es una elección política en sí misma.» – Cathy O’Neil.

GovTech es el acrónimo de Government Technology, término que se refiere a la aplicación de tecnología para mejorar la prestación de servicios gubernamentales y la gestión pública en general. Actualmente, cualquier formación en la gestión pública debe considerar a la tecnología como un elemento clave para innovar sobre lo que se ha hecho siempre con el afán de mejorarlo para la ciudadanía. La digitalización y automatización de los procesos, el uso de datos para la eficiencia de las políticas públicas, la transformación digital de las instituciones, la transparencia y la accesibilidad de los servicios públicos, la aplicación de la inteligencia artificial y la ciberseguridad, entre otras herramientas tecnológicas permiten comprender y enfrentar mejor los desafíos y oportunidades de las actuales ciudadanías digitales.

El liderazgo de los partidos con visión sabrá que la formación de sus filas no solamente debe centrarse en ganar elecciones sino también en cómo desempeñarse en sus cargos y, como se mencionó anteriormente, gestionar comunicando. Sin embargo, esa gestión ya no debe seguir modelos obsoletos y menos aún teniendo a nuestro alcance herramientas de aplicación en el sector público que permiten estrechar la brecha entre ciudadanos y la administración pública. Para ello, es necesario que quienes ocupen puestos de dirección y cargos de elección popular en las instituciones públicas sepan sobre diseño, gestión y evaluación de políticas públicas GovTech, además del contexto de la administración y lo referente a temas políticos, sociales y económicos para la gestión pública.

Es por eso que es necesario que los partidos políticos dediquen esfuerzos significativos para establecer programas educativos y escuelas de formación permanentes que no solamente sirvan como canteras de candidatos sino también que les permitan a sus miembros adquirir conocimientos sobre cómo llevar a cabo la gestión pública una vez han alcanzado el poder. Es decir, la formación en la gestión debe ser constante y actualizada para que, con el tiempo, una vez alcanzado el poder, se pueda tener un impacto positivo en la gestión pública, más mediante la aplicación de tecnología.

Un conocimiento en GovTech, además de estar al tanto de los desafíos que se presentan al tomar decisiones y diseñar políticas públicas permite, como bien señala la cita O´Neil, que la decisión de cómo se utiliza y para quién se utiliza la tecnología esté en manos de políticos formados. Este escenario no solamente elevaría el nivel de quienes dirigen la gestión pública sino también permite a dichos liderazgo trabajar en la legitimidad de desarrollo (Canel, 2018) mediante resultados efectivos que sean valorados positivamente y que mejoren la vida de los ciudadanos, así, seguramente, revaliden su cargo electoralmente.

Esta Escuela basada en cuatro pilares solo tiene sentido dentro de partidos políticos arraigados institucionalmente. En la mayoría de los países de América Latina se está produciendo una degradación de los partidos en favor de hiperliderazgos que a menudo suponen un riesgo para la democracia. La Escuela debe contribuir a recuperar la institucionalización del partido, a mejorar la calidad de los gobernantes y a reconstruir la reputación de la política para atraer talento.

Bibliografía:

Canel, M. J. (2018). La comunicación de la administración pública. Para gobernar con la sociedad. México: Fondo de Cultura Económica.

Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). (2022). Estudio 3383. Barómetro de octubre-noviembre 2022. Recuperado de Es3383marMT_A.pdf (cis.es)

Corporación Latinobarómetro. (online). Latinobarómetro. Recuperado de https://www.latinobarometro.org/latOnline.jsp

Gabriel, M. (2021). Ética para tiempos oscuros. Barcelona: Pasado y presente

Harari, Y. N. (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Barcelona: Debate.

Ramonet, I. (2022). La era del conspiracionismo. Madrid: Clave Intelectual.

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